D+i en cambio climático

D+i en cambio climático

Hoy os dejamos con un artículo de MªCarmen Andrade Perdrix, Vicepresidenta y socia promotora  de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) en el que reivindica el papel de la innovación (la i pequeña) como una herramienta esencial para luchar contra el cambio climático.


D+i en cambio climático

MªCarmen Andrade Perdrix, Vicepresidenta y socia promotora  de la AEAC

Hasta ahora el debate sobre el cambio climático, cada vez más intenso y más social, ha  trascurrido  esencialmente en el ámbito de lo que recientemente se ha denominado “populismo climático”. Estimo que hay que dar el paso a lo que de modo provocativo llamo D+i (desarrollo e innovación).

El desafío para la industria  de automoción

La industria de automoción viene investigando en la mejora de las baterías de los coches desde hace décadas. Primero, para aumentar la eficiencia de la batería de plomo/ácido sulfúrico y luego, por su mayor eficiencia, para desarrollar la batería de litio.  Han recibido financiación ingente de los programas de la Unión Europea para sus programas de investigación durante no menos de 25 años. Han tenido reputados investigadores directos, en sus empresas, e indirectos,  en el sector público y universitario, dándole vueltas a cómo hacer una batería que pueda ser más durable, eficiente y que responda a las prestaciones del motor de combustión ¿Por qué pues no existe en el mercado todavía una alternativa competitiva con el motor de combustión que relegue a éste a ser ya historia? ¿O es que las empresas de automoción no quieren perder sus inversiones hechas en las fábricas de motores de combustión y sustituirlas por las nuevas del motor eléctrico? ¿O será que el motor eléctrico es “per se” más caro que el de combustión?

La apuesta por la innovación tecnológica

Perdonen la larga parrafada para poder concluir que lo que hace viable una brillante idea es la i pequeña y no solo la I grande del conocido acrónimo I+D+i. Y ahora en todo lo relativo al cambio climático y por tanto, a las fuentes que utilizamos para generar energía, debemos como humanidad acelerar la i pequeña. Es el momento de ponerle objetivos y financiar la “ingeniería” y la innovación en la que la economía matiza las soluciones ingenierilmente viables. Es decir la puesta en práctica de soluciones tecnológicas a un precio asequible para el mercado. Y esto no se puede dejar ya a la iniciativa de cada investigador o cada empresa privada, sino que hay que estimularlo desde el gobierno. Es pues el tiempo de darle una vuelta a la Estrategia de I+D+i y cambiarle el paradigma. Y digo cambiar su paradigma porque el actual programa del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, ahora Ministerio de Ciencia e Innovación, en su Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020  ya contiene un Programa de “Retos de la Sociedad” en los que detalla una serie de objetivos de I+D+i a los que se deben ceñir los investigadores y empresas que pretendan acceder a la financiación pública, sino que es necesario añadir incentivos nuevos que muevan a alinear a los mejores ingenieros del sector público y del sector privado a encontrar soluciones de cambio de las fuentes de energía, a un precio razonable. Dado que el beneficio es indudablemente el motor de la actividad empresarial, es necesario encontrar soluciones que se hagan atractivas a las empresas, o no será sostenible que se obligue a las empresas a un cambio de tecnología que no les genere beneficios.

Así pues, si España quiere seguir teniendo un papel activo en el contexto internacional en todo lo que se avecina de cambio de paradigma en la generación de energía, es necesario “empoderar“ a la ingeniería de nuestro país, que, por otro lado, es reconocido su bien ganado prestigio a nivel internacional. Aprovechemos pues ese aspecto básico de la buena formación e introdúzcanse cambios en el Plan Nacional y en los objetivos del CDTI que permitan estimular el trabajo en equipo de grupos que ya tienen Ideas o Desarrollos  para que lleguen a una innovación (la puesta en el mercado) atractiva.

Algunas consecuencias de estas consideraciones sobre ingeniería e innovación las expongo a continuación:

Primero, si se patenta ¿Quién patenta si el sistema es público y como se reparten los beneficios posibles futuros? Es ahí donde también es necesario un cambio de paradigma porque nuestra experiencia muestra lo débil que es todo este entramado en nuestro sistema público. Hay desde luego, Oficinas de Transferencia de Tecnología (OTRI’s) en todos los organismos públicos y Universidades que pueden relatar ilustres e importantes excepciones, pero son eso, excepciones porque cada Universidad tiene un reglamento diferente que aplica a sus miembros y los OPI’s tienen también sistemas diferentes y sobre todo incentivos diferentes para los que se dedican a estas actividades. Habría que unificar y estimular líneas de trabajo que promuevan eficazmente un cambio de mentalidad en los investigadores. Los abordados hasta ahora, con honrosas excepciones, no han cambiado el panorama y por ello son insuficientes.

Segundo, este de los incentivos al investigador del sector público es esencial, porque los investigadores son la base de la pirámide en la que se sustenta la innovación. Sin ellos contentos no se podrá abordar el gigantesco reto de cambiar nuestras formas de producir la energía. En la actualidad, en teoría estos méritos se valoran en los sistemas de ascensos en el sector público, pero siempre ganan los que tienen mayor número de artículos científicos. El tener muchos artículos es el primer pasaporte al ascenso en estos momentos. Se mira mucho menos en general su contenido. Esto relega completamente a los investigadores más ingenieros, es decir más tecnológicos. Esta tendencia, está vaciando las Politécnicas de profesores Titulados y Catedráticos con experiencia práctica, relegando su papel a los puestos de Profesor Asociado que no intervienen en la selección de Titulares o Catedráticos y con ello, se cierra el círculo, dado que se incrementa la tendencia a que en los tribunales solo haya perfiles más básicos. El promover la investigación básica en las Politécnicas, sin duda, ha sido necesario porque hace años la tendencia era la contraria, pero en la actualidad es necesario corregir esta deriva. Igualmente en los OPI’s, donde la prevalencia de los investigadores puros es muy superior a la de los que se dedican Desarrollo, Ingeniería o Innovación. Si no se hacen tribunales específicos para valorar estas actividades o se hace algo para estimular su valoración, no se podrá empezar a revertir el actual desequilibrio y no tendremos “ingenieros de prestigio” en el sector público.

Un tercer comentario, es sobre las cargas administrativas y burocráticas que ahogan el día a día de los centros de investigación/universidades, que no voy a especificar, porque otros lo han hecho sobradamente ya, pero sí voy a resaltar que estas cargas burocráticas se convierten en cautelas que estrangulan el paso a la D+i de muchas ideas del laboratorio al entrar el factor financiación privada en juego.  Sin duda, hay que evitar malversación o enriquecimiento del sector privado a costa de las ideas del sector público, pero eso se utiliza muchas veces para que el investigador renuncie a seguir con la D+i por el riesgo de ser acusado de corrupto. Se necesitan muchos más detalles de casuística, que permitan delimitar bien al que pretende aprovecharse de los fondos públicos, de aquel que con honestidad pretende que sus ideas pasen a la práctica y por tanto, al sector privado.

El cuarto es sobre que la articulación y estructuración de estas cuestiones no pueden dejarse a la iniciativa y espontaneidad individual o de los grupos o centros. Es necesario estimularla con  leyes o con Planes nacionales que no sean una “copia y pega” de los anteriores o del de  la Unión Europea. Es necesario tener una Estrategia que oriente a los actores del sistema de I+D+i y les conduzca hacia un cambio de paradigma. Por poner un ejemplo rápido, finánciese centros o unidades “Jose Echegaray” o “Torres Quevedo” al estilo de los “Severo Ochoa”.

Cómo cambiar para que algo cambie

Y cambios urgentes se pueden hacer sin cambiar todo, simplemente apoyándose en los existentes que funcionan. Un ejemplo es el caso de un centro como el CIEMAT (y que  me permito hacer ya que nunca he pertenecido  a él). Similares comentarios se podrían sobre algunos centros del CSIC o de otros OPI’s. El nombre del CIEMAT significa: Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. Justo tiene como objetivos temáticos muchos de los que implican las tecnologías que deberíamos desarrollar para hacer frente al reto climático. Aplíquense a él rápidamente los cambios en la carga burocrática que lo hagan salir de su actual ahogo y estimúlense a través de él políticas y los conceptos antes enumerados.

Mucha es la tarea por hacer, ya que se ha acumulado mucha pasividad en el reciente pasado en todo lo que tiene que ver con la adecuación de nuestro sistema de I+D+i al siglo XXI. Tenemos un sistema del siglo anterior que cada vez resiste menos en los parches que se le han ido poniendo. Mis mejores deseos a los responsables de los distintos Ministerios que les toca la urgencia de hacer en poco tiempo lo que se tenía que haber hecho paulatinamente, pero por favor actúen con mente de “ingeniero”, que consiste en tomar con rapidez las decisiones prácticas, porque se derivan de una interiorización profunda de las leyes generales universales, de tal manera, que se alcanzan las soluciones más eficientes y rentables. Eficiencia es lo que necesita el ciudadano y rentabilidad  es lo que necesita la industria para subirse con entusiasmo al cambio tecnológico que nos demanda el cambio climático.

Nota a pie: MªCarmen Andrade Perdrix es Dr. en Química Industrial y Profesor Visitante en CIMNE de la UPC. Ha sido Profesor de Investigación del CSIC y Directora General de Política Tecnológica.

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