Fagoterapia: Ciencia ficción, pseudoterapia o CIENCIA

Por Victor Ladero, investigador del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA-CSIC) y socio fundacional de la AEAC.

Estos últimos días hemos podido leer en medios de comunicación de todo el mundo el “milagro” de la recuperación de Isabelle Carnell, una niña de 15 años afectada de fibrosis quística, la cual tras un doble trasplante de pulmón sufrió una infección por Mycobacterium abscessus, que impedía la correcta cicatrización de los tejidos tras el trasplante y que poco a poco estaba invadiendo su organismo. Esta bacteria, era resistente a los antibióticos con los que intentaron eliminarla del cuerpo de Isabelle Carnell, lo que la dejaba al borde de una muerte segura (menos del 0,1 % de posibilidades de remisión) si no se encontraba un tratamiento para eliminarla.

Los padres habían leído acerca de un nuevo tratamiento contra las bacterias multirresistentes a los antibióticos, una amenaza a la salud de la humanidad como ha puesto de manifiesto la OMS, la FAGOTERAPIA o lo que es lo mismo un tratamiento con fagos, virus que matan bacterias, y que se propone como una terapia alternativa al uso de antibióticos.

Hasta aquí podríamos pensar que se trataría de ciencia ficción o de unos padres desesperados en busca de un tratamiento milagroso ofrecido por algún curandero o chamán.

Sin embargo, los padres hicieron lo correcto. Le presentaron la posibilidad a sus médicos, los cuales buscaron en la literatura científica en qué consistía la fagoterapia, analizaron las evidencias científicas a favor de la misma, los riesgos y como debería ser el tratamiento, antes de aplicarlo.

Aquí se encontraron con uno de los problemas que la fagoterapia tiene en la actualidad, se trata de un tratamiento personalizado, hay que determinar que bacteria específica es la causante de la infección y buscar fagos concretos que infecten a esa bacteria concreta. En la actualidad no hay muchas preparaciones de fagos comerciales que puedan ser evaluados y menos contra bacterias como Mycobacterium abscessus, una bacteria difícil de trabajar en el laboratorio. Así que se pusieron en contacto con Graham Hatfull, un investigador de la Universidad de Pittsburgh que lleva toda su carrera científica estudiando los bacteriófagos y que posee una gran colección de fagos frente a una gran diversidad de especies bacterianas. Probaron los fagos de su colección y encontraron 3 fagos que infectaban a la cepa de Mycobacterium abscessus causante de la infección de Isabelle Carnell. Sin embargo, estos fagos tenían una característica que no es adecuada para usar en fagoterapia, eran fagos atemperados, es decir, tenían un ciclo de vida lisogénico, lo que hace que en ocasiones en vez de matar a la bacteria que infectan, se introduzcan en su genoma quedando allí de forma silente y trasmitiéndose a las células hijas de la célula infectada. El problema radica en que tanto la célula lisogénica, como se denomina una bacteria que porta un fago durmiente en su genoma, como las células hijas se hacen resistentes a la infección, lo que en el caso de Isabelle Carnell pondría en peligro el tratamiento.

Aquí entra en juego la ciencia básica; años de estudio de los ciclos de vida de los bacteriófagos, del estudio de sus genes y proteínas y de las funciones en las que participan ha hecho que actualmente conozcamos mucho sobre los fagos, por otro lado, las entidades biológicas más abundantes sobre la tierra ya que se estima que hay 1032 fagos en el planeta tierra. Así, los investigadores conocían exactamente los genes implicados en el establecimiento del ciclo lisogénico y sabían cómo eliminarlos mediante técnicas de ingeniería genética, lo cual lograron y estos nuevos fagos líticos, incapaces de seguir un ciclo lisogénico, fueron usados en el tratamiento de Isabelle Carnell, la cual, actualmente puede sonreír gracias a que la infección por Mycobacterium abscessus resistente a los antibióticos ha sido eliminada de su organismo. Todo el trabajo científico realizado por sus médicos y el laboratorio del profesor Graham Hatfull ha sido publicado en Nature Medicine. Otra gran diferencia con las pseudoterapias, todos los datos experimentales y pruebas médicas se han enviado a una revista científica donde otros científicos han evaluado los datos y las pruebas y los han publicado para que estén disponibles para la comunidad médica y científica.

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