Jenner: el comienzo de la inmunología

En breve, la AEAC realizará una tertulia científica sobre la figura científica de Edward Jenner.

Los 3 principales aportes de Edward Jenner a la ciencia

Edward Jenner es considerado el padre de la inmunología y, pese a la evidente polémica que envuelve a su figura, lo cierto es que sus descubrimientos han servido para salvar millones de vidas, erradicar enfermedades mortales, permitir el progreso de la medicina y aumentar nuestra esperanza de vida. Le debemos mucho a Edward Jenner.

1. Descubrimiento de las vacunas

La del sarampión, las paperas, la rubéola, la hepatitis, la poliomielitis, el VPH, la varicela, el tétanos, la difteria… Todas y cada una de las vacunas de las que disponemos hoy en día y que nos protegen a nosotros mismos y a nuestros seres queridos nacen de los descubrimientos de Edward Jenner. Él asentó las bases para que otros científicos perfeccionaran las técnicas y descubrieran no solo cómo prevenir la viruela, sino muchas otras enfermedades infecciosas.

2. Erradicación de enfermedades

La viruela ha matado a más de 300 millones de personas a lo largo de la historia. Y es gracias a Edward Jenner que desde 1980 se considera una enfermedad erradicada. E igual que sucede con la viruela, muchas otras enfermedades infecciosas han sido erradicadas gracias a las vacunas o su incidencia es tan baja que prácticamente pueden considerarse erradicadas.

3. Aumento de la esperanza de vida

No es casualidad que hayamos pasado de tener una esperanza de vida de 37 años (justo antes de que se descubrieran las vacunas) a una de más de 80 años. Junto a los otros avances en medicina, las vacunas han permitido que vivamos muchos más años y que estos años sean de mayor calidad de vida. Por ello, la moda antivacunas es una de las grandes amenazas para la salud pública mundial.

 

Fuente: https://medicoplus.com/biografias/edward-jenner

Por Josep Gavaldà

La invención de la vacuna tiene cara y ojos, nombre y apellidos. El 17 de mayo de 1749 nació Edward Jenner, quien alcanzaría fama mundial como inventor de la vacuna contra la viruela y cuyas polémicas investigaciones en este campo estaban destinadas a cambiar la historia de la medicina para siempre.

 

A mediados de mayo de 1749, nacía en la localidad inglesa de Berkeley Edward Jenner, quien estaba llamado a convertirse en un investigador de fama mundial. Jenner fue conocido como el «sabio-poeta» debido a la pasión que sentía por la escritura y por manifestar sus sentimientos a través de la poesía, aunque no saltaría a la fama por su obra literaria, sino por hacer un descubrimiento que revolucionaría la ciencia para siempre: la vacuna de la viruela.

En 1761, el joven Edward se trasladó a Sodbury, donde empezaría su formación como cirujano y farmacéutico bajo las órdenes del médico del pueblo, Abraham Ludlow. Allí Jenner oiría por primera vez, en boca de Sarah Nelmes, una ordeñadora de vacas, la siguiente afirmación: «Yo nunca tendré la viruela porque he tenido la viruela bovina. Nunca tendré la cara marcada por la viruela». Y sería precisamente gracias a esta creencia popular que Edward Jenner descubriría la vacuna contra esta enfermedad. En 1770, con 21 años, Edward inició sus estudios en el Hospital de San Jorge de Londres, donde fue discípulo del famoso cirujano y anatomista John Hunter, convirtiéndose primero en su alumno preferido y con el tiempo en uno de sus mejores amigos, una amistad que perduraría hasta el fallecimiento de su mentor.

En la época en que Jenner regresó a Berkeley, la epidemia de viruela que afectaba a la población ya había provocado numerosas muertes. Para tratar de ponerle freno, y pese a la cerrada oposición de otros médicos, Jenner intentó implantar un método que había estudiado en el Hospital de San Jorge y que se conocía con el nombre de «variolización».Este proceso, introducido en Londres en 1721 por la esposa del embajador inglés en Turquía, Lady Montagu, consistía en inocular a una persona sana con material infectado. El 14 de mayo de 1796, Jenner decidió inocular a un niño de ocho años llamado James Phillips un poco de materia infectada que obtuvo de una persona que padecía la viruela bovina. El pequeño desarrolló una fiebre leve que desapareció a los pocos días. Unos meses más tarde, Jenner puso en práctica la prueba definitiva para erradicar la epidemia. Volvió a inocular a James Phillips, pero esta vez con viruela humana para comprobar si el niño desarrollaba la enfermedad. Los resultados le dieron la razón y el niño ni contrajo la enfermedad ni murió.

 

LAS RETICENCIAS DE SUS COLEGAS

Edward Jenner explicó este procedimiento en un escrito llamado Investigación sobre las causas y los efectos de la viruela vacuna. A pesar de que el experimento se realizó con 23 personas más obteniendo el mismo resultado exitoso, la Asociación Médica de Londres se opuso al tratamiento con el singular argumento de que con este método los pacientes podrían convertirse poco a poco en ganado vacuno. Confiado en que su descubrimiento y el tratamiento administrado era el correcto, Jenner llegó a inocular la vacuna a su propio hijo logrando los mismos buenos resultados. A Jenner el reconocimiento le llegaría en 1805 desde Francia de parte del mismísimo Napoleón Bonaparte, el cual dio la orden de vacunar a todos sus soldados con el método del médico inglés. Posteriormente, incluso dos importantes damas, la condesa de Berkeley y lady Duce, pidieron a Jenner que vacunase a sus hijos.

Jenner llegó a alcanzar tal prestigio que podría haberse instalado en Londres, donde su fama le hubiese convertido en un hombre rico, pero prefirió regresar a Berkeley y llevar allí una vida tranquila. Pese a todo, Jenner recibió numerosas distinciones que le permitieron vivir holgadamente en su localidad natal, e incluso fue nombrado médico del rey Jorge IV en 1821.

 

EL TRIUNFO DE UN PRECURSOR

Pero durante los últimos años de su vida las desgracias se habían cebado en él. Primero fue la muerte de su hermana y de su hijo mayor, en 1810, posteriormente la de su otra hermana, Anne, en 1812, y en 1815 la de su esposa Katherine, de tuberculosis. El propio Edward Jenner fallecería de un ataque de apoplejía el 26 de enero de 1823 y fue enterrado junto a sus padres, hijo y esposa en la Iglesia de su localidad natal.

El éxito del descubrimiento de Jenner fue tan importante que en 1840 el Gobierno inglés prohibió cualquier otro método de vacunación contra la viruela que no fuera el suyo. La generalización de dicho método en todo el mundo lograría con el tiempo acabar con esta fatídica enfermedad (se calcula que solo en el siglo XX causó unos 300 millones de muertes), que fue declarada erradicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1980.

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Fuente: National Geografic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/edward-jenner-probablemente-cientifico-que-mas-vidas-ha-salvado-historia_14242

Historia de la vacuna:

En la época de Jenner, la inoculación ya era una práctica común, pero implicaba graves riesgos. En 1721, Lady Mary Wortley Montagu había importado la variolación en Gran Bretaña después de haberla observado en Constantinopla. Voltaire escribió que por entonces el 60% de la población padecía la viruela y que el 20% fallecía por la enfermedad.10​ Voltaire también afirmaba que los circasianos utilizaban la inoculación desde tiempos inmemoriales, costumbre que pudo haber sido imitada por los turcos.

Los pasos dados por Edward Jenner para crear la vacuna, la primera vacuna contra la viruela. Jenner primero inoculó a James Phipps con la viruela de las vacas (un virus similar al de la viruela), para crear inmunidad, a diferencia de la variolación, que utilizaba la viruela para crear una inmunidad a sí misma.

En 1768, el médico inglés John Fewster se había dado cuenta de que la infección previa con la viruela vacuna hacía que una persona fuera inmune a la viruela.​

En los años siguientes a 1770, por lo menos cinco investigadores en Inglaterra y Alemania (Sevel, Jensen, Jesty en 1774, Rendell, y Plett en 1791) probaron exitosamente una vacuna contra la viruela en seres humanos.​

Por ejemplo, el agricultor de Dorset Benjamin Jesty​ fue vacunado con éxito y presumiblemente adquirió inmunidad inducida artificialmente con el virus de las vacas al igual que su esposa y sus dos hijos con anterioridad a la epidemia de viruela de 1774. Pero no fue hasta el trabajo de Jenner que el procedimiento llegó a ser ampliamente entendido. Jenner pudo haber conocido el procedimiento utilizado por Jesty y el éxito obtenido.​

Al observar el hecho comúnmente conocido de que las lecheras eran generalmente inmunes a la viruela, Jenner postuló que el contacto de las lecheras durante el ordeño con el pus de las ampollas de las vacas (conteniendo el virus de la viruela bovina, una enfermedad similar a la viruela, pero mucho menos virulenta) las protegía de la viruela.

El 14 de mayo de 1796, Jenner probó su hipótesis inoculando a James Phipps, un niño de ocho años, hijo del jardinero de Jenner. Raspó el pus de las ampollas de la viruela en las manos de Sarah Nelmes, una lechera infectada de la viruela vacuna por una vaca llamada Blossom (cuya piel ahora cuelga en la pared de la biblioteca de la escuela de medicina de San Jorge, en Tooting). Phipps fue el decimoséptimo caso descrito en el primer artículo de Jenner sobre vacunación.​

Jenner inoculó a Phipps en ambos brazos ese día, lo que le produjo posteriormente fiebre y cierta inquietud, pero ninguna infección grave. Posteriormente, le sometió al procedimiento de variolación,​ el método habitual de inmunización en ese momento, que en ocasiones suponía contraer la grave enfermedad. No se produjo ningún síntoma. El niño fue más adelante probado de nuevo con material variólico, y de nuevo no mostró ningún signo de infección.

Donald Hopkins señala que: «La contribución principal de Jenner no fue que inoculó a algunas personas con la vacuna, sino que después demostró que eran inmunes a la viruela.»​

Además, demostró que el pus protector de la viruela vacuna podría inocularse eficazmente de persona a persona, y no solo directamente del ganado.

Probó con éxito su hipótesis sobre otros 23 pacientes adicionales.

Jenner continuó su investigación e informó a la Royal Society, que no publicó el documento inicial. Después de revisiones e investigaciones posteriores, publicó sus hallazgos sobre los 23 casos. Algunas de sus conclusiones eran correctas, algunas erróneas; los métodos microbiológicos y microscópicos modernos harían que sus estudios fueran más fáciles de reproducir. La comunidad médica deliberó extensamente sobre sus hallazgos antes de aceptarlos. Finalmente, se aceptó la vacunación, y en 1840, el gobierno británico prohibió la variolación de la viruela para inducir la inmunidad y proporcionó la vacunación con vacuna gratuita.

Historieta de 1808 que muestra a Jenner, a Thomas Dimsdale y a George Rose venciendo a los opuestos a la vacunación

El éxito de su descubrimiento pronto se extendió por Europa y se utilizó en masa en la Corona Española, donde se emprendió La Expedición Balmis, una misión de tres años de duración a las Américas, Filipinas, Macao, y China, dirigida por el doctor Francisco Javier Balmis con el objetivo de inocular a miles de personas la vacuna contra la viruela.​ La expedición tuvo éxito y Jenner escribió: «No me imagino que los anales de la historia contengan un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso como este». Napoleón Bonaparte, que en ese momento estaba en guerra con Gran Bretaña, hizo vacunar a todas sus tropas, y a petición de Jenner, liberó a dos prisioneros de guerra ingleses y les permitió regresar a sus casas. El emperador francés comentó que no podía «negar nada a uno de los más grandes benefactores de la humanidad».​

El trabajo continuo de Jenner sobre la vacunación le impidió continuar con su práctica médica ordinaria. Fue apoyado por sus colegas y el rey en la petición al Parlamento, y se le concedieron 10 000 libras esterlinas en 1802 por su trabajo en la vacunación. En 1807, se le concedieron otras 20.000 libras después de que el Real Colegio de Médicos confirmase la eficacia generalizada de la vacunación.

En 1803 se convirtió en Presidente de la Sociedad Jenneriana de Londres, preocupado por promover la vacunación para erradicar la viruela. El Jennerian cesó sus operaciones en 1809. En 1808, con la ayuda del gobierno, se fundó el Instituto Nacional de Vacunación, pero Jenner se sintió deshonrado por los hombres seleccionados para gestionarlo, y renunció a su dirección.​ Jenner se convirtió en miembro de la Sociedad de Cirugía y Medicina en su fundación en 1805 (actualmente Real Sociedad de Medicina) y presentó varias ponencias allí. Jenner fue elegido miembro honorario extranjero de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias en 1802 y miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias en 1806.

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Fuente: Wikipedia.​

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