Huella social poscovid: Nuevos estatutos para la ciencia y profesiones esenciales
El marco de la presentación de la Iniciativa Cívica por un Pacto para la Reconstrucción Social de España, los autores reivindican la necesidad de estatutos especiales para los colectivos de trabajadores que han demostrado ser esenciales durante esta pandemia y que por sus peculiaridades requieren de estatutos que faciliten reconocer la dedicación, la profesionalidad y la excelencia de estos colectivos.
Dudas y el futuro: Vamos a salir
No sabemos a ciencia cierta cuáles serán las transformaciones sociopolíticas y económicas que se derivarán de la pandemia de covid-19. En todo caso, para aclarar tales cambios frente a las impaciencias propias de estos tiempos, habrá que esperar a decir con propiedad que se ha superado la enfermedad, al menos estacionalmente. Lo que sí está claro a estas alturas del envite es que debemos reconocer y evocar la necesidad de profesiones esenciales.
En esta línea de pensamiento y acción se han situado las dos grandes centrales sindicales de nuestro país, Unión General de Trabajadores de España (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO), con el apoyo mediático de un medio digital como es Infolibre y de modo más directo de su director editorial, Jesús Maraña, conocido periodista, escritor y tertuliano. Este esfuerzo se ha centrado en la Iniciativa Cívica por un Pacto para la Reconstrucción Social de España, que se presentó oficialmente en una rueda de prensa celebrada en Madrid, en la sede del Círculo de Bellas Artes, el 24 de junio de 2020.
En esta presentación se han hecho patentes algunos símbolos importantes para la historia del movimiento obrero en España, que nace en la primera mitad del siglo XIX, aunque ese nacimiento no se oficializó hasta 1870: se ha caracterizado por su debilidad ante la fragilidad del desarrollo industrial y el predominio del desarrollo agrícola.
El acto citado fue presentado por el periodista Jesús Maraña y en la mesa estuvieron los secretarios generales de ambos sindicatos, Pepe Álvarez (UGT) y Unai Sordo (CCOO), acompañados por cuatro mujeres representantes de las profesiones reconocidas por y en la Iniciativa: Margarita Domínguez (trabajadora del sector de la dependencia y especialista en personas con discapacidad) y Yolanda Gil (enfermera) leyeron el Manifiesto ’Vamos a salir’; Almudena Grandes, escritora, como voz de la cultura, y la profesora de investigación del CSIC, Alicia Durán, quien con su experiencia como activista y experta en política científica situó el papel fundamental de la ciencia y la tecnología para una renovadora salida de la covid-19, recordando las debilidades del caso español . La sólida intervención de Alicia Duran, y el hecho de ser la investigadora del CSIC quien introdujera a los dos secretarios generales, ejes de la convocatoria, contribuyó a centrar el foco en la ciencia.
Virtudes de la Iniciativa Cívica.
Las intervenciones fueron rotundas, casi solemnes en su sencillez. Quedaron definidos los objetivos del movimiento y acreditadas las declaraciones y propuestas como verdades científicas, en tanto que evolutivas y sujetas a escrutinio. Entresacamos en esencia lo siguiente: que esta crisis no puede solucionarse según los criterios y estrategias impulsadas desde el neoliberalismo en la emergencia económica de 2008, y que con la crisis sanitaria se ha descubierto – recuperado sería mejor decir – la importancia fundamental de lo público, la fuerza del estado democrático y lo esencial de algunas profesiones que han estado siempre ahí, pero en segundos planos, por no ser deudoras ni dependientes de la inmediatez informativa ni del esplendor mediático, y no estar asociadas al consumismo desorbitado por el individualismo. En esencia por ser actividades sociales y necesarias solo en caso de necesidad, valga la paradoja.
Sindicalismo y servicios públicos.
Otro de los datos significativos es cómo en esta situación los sindicatos españoles dirigen la atención a los servicios públicos y parecen haber asumido su importancia para la perentoria transformación socioeconómica, en un giro en la visión de las prioridades.
La iniciativa muestra el reconocimiento a la ciencia, a la tecnología, al talento científico y técnico, como corazón para impulsar la circulación de los conocimientos hacia la economía que debe avanzar para ser más sostenible social y ambientalmente, mejorar la situación de los trabajadores en términos salariales y de proyecto de vida; procurar dejar el peso emocional que impone el mercado para añadir elementos de producción incluyente e inclusiva.
Estatutos especiales para profesiones esenciales.
Este movimiento de la Iniciativa nos anima a hacer unas propuestas de nuevos estatutos para las profesiones cuya importancia ha emergido a lo largo de la crisis sanitaria. Las trabajadoras y trabajadores no deben ser héroes, sino profesionales capaces de orientar sus esfuerzos a la consecución de los objetivos de sus trabajos. Ciertamente, son muchas las profesiones que se han desvelado como esenciales durante esta pandemia, muchas de las cuales han sido invisibles para la sociedad y merecedoras de un reconocimiento y mejora de sus condiciones de trabajo. En todo caso aquí nos referiremos a aquellas más relacionadas con los aspectos sanitarios y biológicos de lucha frente a la emergencia: personal sanitario, sociosanitario y de cuidados, y personal relacionado con la ciencia y la investigación.
Los episodios vividos por las y los cuidadores sociales en el ejercicio de sus funciones en residencias de mayores reclaman, con todos los derechos, iniciativas orientadas a la mejora de su formación, que les permita enfrentarse con conocimientos a futuras emergencias sanitarias, y que ello se acompañe de las adecuadas condiciones de trabajo. No pueden ser trabajadores vulnerables para ocuparse de los vulnerables, el principio homeopático “similia similibus curantur” es inaplicable a situaciones de riesgo vital. Pensamos que la formación profesional debe ser el campo para corregir la situación de los cuidadores sociales, una plataforma para un cambio trascendental.
En el ámbito sanitario los avances experimentados con las fórmulas de la experiencia interna residente (MIR, BIR) podrían extenderse a todos los estamentos, desde la enfermería en sus distintos niveles hasta los celadores e incluso los cuidadores, cada uno de ellos con la adquisición de preparación y conocimientos proporcionales. La atención primaria requiere recursos y un camino estatutario que facilite reconocer la dedicación, la profesionalidad y la excelencia.
Por último, la ciencia dentro del servicio público requiere un cambio importante en el estatuto del personal investigador que trabaja en las universidades y organismos públicos de investigación e incluso en los hospitales innovadores. Las actividades relacionadas con la investigación y el desarrollo tecnológico no pueden, ni por sus objetivos, ni por sus medios, ni por sus clientes, acomodarse al estatuto del funcionariado, basado en las reglas burocráticas. Dicho esto con el mayor respeto al noble ejercicio de la burocracia, a la que el diccionario de la lengua española en su edición de 1992 define como “conjunto de funciones y trámites destinados a la ejecución de una decisión administrativa, principalmente de carácter político“, y en la de 2019 como “organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios”. No existe análisis comparado de lo que atañe a la organización de la ciencia en cualquier país de la OCDE que resista o se compadezca con estas definiciones y es muy difícil que se ajusten al ejercicio de la ciencia según la primera acepción de ésta en el mismo diccionario: “Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.”
Por otro lado, tampoco puede basarse en la temporalidad y la inestabilidad del personal dedicado a la investigación, como señaló Alicia Durán en su exposición: “y lo que es más urgente es proteger ya a los más vulnerables, los trabajadores temporales del sistema de I+D”… “porque la temporalidad es una patología, la temporalidad es un virus que afecta y destruye al sector público de la I+D como está destruyendo el de la sanidad y el de la educación.” Si hay algún ámbito en el que sea necesaria una estabilidad que permita desarrollar un trabajo continuado, es precisamente la investigación científica, en la que los tiempos de trabajo y los resultados son a largo plazo y no pueden sustentarse sobre la inmediatez de las necesidades económicas y las decisiones políticas a corto plazo.
La propuesta realizada en diversos momentos y situaciones de la historia democrática de nuestro país por uno de los autores (EM) es bien sencilla: una carrera estable, precisa y por etapas de naturaleza dual, de dos vías. Una para quienes se preparan y trabajan para desarrollar conocimientos y tecnologías básicas (investigadores y tecnólogos) y otra para quienes apoyan, soportan y facilitan tales actividades (técnicos en gran variedad de ramas y gestores).
La epidemiologia como factor decisivo en los procesos de recuperación tras la covid-19: Epidemiologia social.
No hay que olvidar que la epidemiologia va a ser un instrumento imprescindible en toda estrategia de salida de la covid-19 – y lo será en las epidemias y pandemias que vendrán en el futuro –. Eso mismo ocurre con la Iniciativa que estamos glosando, aunque eso no se ha explicitado al enfocar el proceso bajo el prisma socioeconómico. Precisamente por este enfoque es pertinente revisar las verdades epidemiológicas bajo la perspectiva de la epidemiologia social. A lo largo de toda la pandemia hay verdades indubitables en el plano de la epidemiologia en relación con la salud pública. Una que se repite en el debate político es que los virus no distinguen entre nacionalidades y fronteras, como tampoco diferencian por ideologías. Esa verdad se aplica también a las bacterias, los hongos, los insectos (hormigas, moscas, mosquitos…) e incluso a las partículas contaminantes derivadas de los óxidos nitrosos: el alcance de sus efectos va a depender de los vehículos que permitan su traslado y dispersión.
Hay otra verdad epidemiológica que asimismo transita por el discurso y debate políticos y es que el virus SARS-CoV-2 no distingue entre clases sociales. Esa no es una verdad sostenible bajo la perspectiva de la epidemiologia social: el virus se distribuye más y con mayor facilidad entre las clases con bajas rentas y calidad de vida, que subsisten en condiciones de habitabilidad que se acercan al hacinamiento y en función del empleo y de los contextos en los que su trabajo se realiza; lo mismo ha ocurrido con los mayores en residencias concebidas como negocio y no como servicio. Es indudable, y hay ejemplos en casi todos los países, que el contagio es mayor entre quienes viven en condiciones de mayor precariedad y hacinamiento, aquellos que son itinerantes por razones de trabajo (por ejemplo, los temporeros) y quienes usan el transporte público.
En el otro lado del bienestar, hay otro grupo social que es el de los irresponsables mental y socialmente: lúdicos ansiosos del ocio y de la diversión, y los que hemos denunciado como escépticos y sarcásticos sobre la importancia de la covid-19.
Ambos grupos son presa fácil del SARS-CoV-2, pero otra cosa son los efectos y síntomas que produce, y por ello el papel de estos colectivos en la transmisión de la enfermedad. Puede ocurrir que haya contagiados asintomáticos – el gran problema epidemiológico de esta pandemia – porque en dichos colectivos hay contagiados que, por razones de edad o de su historia vital, por raíces genéticas o modificaciones de naturaleza epigenética, tengan sistemas inmunes con mejor reacción frente al virus y por lo tanto más proclives a extender la pandemia. En sentido contrario puede operar el grupo de los mayores, en el que la acción del virus puede ser multifactorial, aunque en su mayoría sufrirán los efectos de la enfermedad con dolorosas consecuencias.
Apunte final.
Sin duda que la recuperación es una prioridad, pero lo que se está oyendo y leyendo sobre las propuestas de las distintas organizaciones y agentes sociales es que las prioridades son muy diferentes, porque alejados son los intereses y los valores. El Manifiesto ‘#Vamos a salir: Por un Pacto para la Reconstrucción Social de España’ destila más sensibilidad integradora y social y por una vez expresa con claridad desde hace tiempo la importancia de apoyarse en lo público y en profesiones esenciales que no son la construcción y el turismo, como salvavidas de un país que sufre de excesos en esos sectores. Sin olvidar el ámbito de la cultura en el que hay que revisar y fomentar el papel del Estado, así como contemplar situaciones especiales para los trabajadores de la cultura en entornos ligados a los diferentes niveles de la administración. La historia de la cultura a nivel global ofrece brillantes ejemplos de estas interacciones y sinergias. Quizás en España ya es perentoria la promulgación de una Ley sobre el mecenazgo.
Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.
Víctor Ladero es investigador en el Departamento de Tecnología y Biotecnología del IPLA-CSIC y socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).
Jesús Rey es investigador en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del IF-CSIC y socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).