Crisis versus seguridad y viceversa: Disonancias que desvela la pandemia

Los autores reflexionan sobre la dicotomía de elegir entre seguridad o economía durante y tras la crisis originada por la pandemia de la covid-19, aplicando el método científico realizando un diagnóstico y proponiendo soluciones.

Por Emilio Muñoz, Jesús Rey, Víctor Ladero.

Contradicciones

Que vivimos en una sociedad saciada de contradicciones es algo que hemos venido declarando en diversas ocasiones, situación que la pandemia de covid-19 ha agudizado. Contradicción en lógica es “una incompatibilidad entre dos proposiciones”. Nosotros aplicamos el término para destacar incompatibilidades diversas: entre discursos y hechos, entre conceptos, entre deseos y realidades, entre apetencias y medios disponibles.

 

Crisis frente a seguridad

Para iniciar este ejercicio de replicar a las contradicciones desde la perspectiva del método científico examinamos, bajo los prismas de la semántica y la comunicación, los dos términos que encabezan este apartado y que en estos días de finales del estado de alarma en España están mostrando a nuestro juicio importantes disonancias.

Crisis designa un cambio significativo en un proceso o situación, o en una persona o grupo humano. Se trata de un término de un solo significado, pero de aplicación múltiple: en una enfermedad, en la naturaleza, en la vida de un individuo o de una comunidad. Es probablemente uno de los términos más usados a lo largo de la pandemia, adjetivado como recoge el buscador Google respecto a la locución ‘crisis coronavirus’, con ‘sanitaria’, ‘‘económica’ o ‘social’ (con aproximadamente 180, 175 y 800 millones de resultados, respectivamente, según consulta efectuada el 22 de junio de 2020). Asimismo, diversos diarios han dedicado secciones específicas bajo rótulos como “La crisis del coronavirus” o “Lo último del coronavirus”.

Seguridad es un término polisémico cuya primera acepción es la cualidad de seguro y asimismo es de aplicación múltiple siendo para ello adjetivado. Por ejemplo, dos de las aplicaciones más pertinentes en el entorno de la pandemia han sido ‘seguridad jurídica’ y ‘seguridad social’ (56 y 450 millones de resultados respectivamente, en consulta combinada con el término ‘coronavirus’ en la misma fecha). El término seguridad se puede aplicar a una gran cantidad de conceptos. De entre ellos, son pertinentes para este artículo los siguientes:

a) La seguridad biológica, que surge con los avances en ingeniería genética y de sus aplicaciones en la biotecnología vegetal/agrícola con dimensiones geoestratégicas y en trayectoria paralela en la biotecnología de la salud en lo que respecta al potencial para trabajar a nivel de laboratorio con agentes patógenos y modificar sus genomas.

b) La seguridad alimentaria comprende dos vertientes, una orientada a procurar que existan alimentos para la población mundial, y la segunda que se preocupa de la calidad de los alimentos que se consumen en los países democráticamente desarrollados. Esta segunda línea, gracias a la constante intervención de la ciencia y tecnología de los alimentos, ha devenido en el campo de la higiene de los alimentos.

c) La vigilancia epidemiológica (VE) representa uno de los pilares de la moderna epidemiología, e implica la recolección de datos sobre un problema de salud, su análisis y posteriormente su utilización en la prevención y en la mejora de las condiciones de salud de la población. Los instrumentos son tres: vigilancia pasiva, en la que los encargados de la VE analizan la información externa y deciden acerca de su utilidad y aplicabilidad en cooperación con los hospitales; vigilancia activa, proceso en el que el personal de la VE investiga activamente sobre la enfermedad objeto de la observación; y vigilancia especializada o centinela, que se basa en la selección de las fuentes de información de alta calidad.

d) La sanidad exterior, de valor estratégico para el control y vigilancia de los posibles riesgos para la salud derivados de la importación, exportación o tránsito de mercancías y del tráfico internacional de viajeros, y asume la responsabilidad de la coordinación. Tiene su base legal en la Ley General de Sanidad (Ley 14/1986, artículo 38) y en la Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011).

 

Temas para debate

Valoración del riesgo de pandemia por parte del Consejo de Seguridad Nacional

El Consejo de Seguridad Nacional infravaloró el riesgo de pandemia” es el titular de la noticia publicada en portada por el diario El País, que contiene una entradilla y luego se desarrolla en la página 12. Este Consejo presentó su informe anual el 4 de marzo en un acto presidido por el Jefe del Estado y enviado en época más reciente al Congreso de los Diputados por el Gobierno. Transcribimos algunas líneas de la entradilla: “El documento situaba el riesgo de que España sufriera una emergencia sanitaria en 2020 como uno de las más improbables de los 15 que contemplaba.”; “…daba más relevancia a los riesgos relacionados con la vulnerabilidad del ciberespacio, el espionaje, la inestabilidad económica y financiera, los flujos migratorios irregulares y los efectos del cambio climático”.

Diagnóstico: Ignoramos todo de cómo funciona el equipo que trabaja para dicho Consejo, como por otra parte es obvio ya que se trata de cuestiones relativas a la alta seguridad nacional. No sabemos tampoco si dispone de comités de expertos que contribuyan a la elaboración de ese informe, suponemos que constará de notables expertos en prospectiva y análisis de riesgos. Lo que si nos atrevemos a afirmar es que en esa elaboración no ha intervenido ningún científico/a con experiencia acreditada en ciencias biomédicas y de la vida. Por otro lado, el informe fue elaborado meses antes, y aprobado en plena pandemia, a través de un proceso burocrático rígido y lento que no permitió su actualización a la grave crisis sanitaria que se estaba viviendo en España.

Propuesta: si se confirmara nuestra hipótesis se debería proceder a una subsanación de la carencia de forma inmediadata. A la vista de la crisis de seguridad sanitaria generada, está propuesta está evidentemente sustentada. Además, se debería dotar a la administración de sistemas ágiles, menos rígidos y capaces de responder con la inmediatez que los tiempos actuales exigen.

 

Turismo: Riesgos para la seguridad y ayudas para su reflotamiento

Traemos a colación este tema puesto que hay un gran problema alrededor de una economía como la española, que descansa en un alto porcentaje de su PIB en dicha industria de servicios y que además es responsable de un elevado porcentaje del empleo, aunque como contrapartida esta útil contribución a la sociabilidad del trabajo tenga los problemas de la estacionalidad y la precariedad. Aunque no somos expertos en estas áreas del trabajo y la industria, sí nos hemos preocupado de su incidencia en los análisis sobre el cambio climático. Mas de 80 millones de turistas en España en 2019, la mayoría de los cuales apuestan por sol y playa, es de un efecto depredador incalculable sobre nuestra naturaleza y sobre la sociedad, su cultura y sus comportamientos éticos.

Por otra parte, el análisis de lo ocurrido con la pandemia y su posible conexión con el turismo, aplicando el método científico complementado con el sentido común, permiten avanzar al menos una hipótesis. Sabemos hoy día que el origen de la covid-19 en España ha sido multifocal y que su evolución ha sido particularmente grave en los grandes núcleos de movilidad para este turismo que son Madrid – con su papel central en el transporte aéreo y ferroviario a través del aeropuerto de Barajas y la estación de AVE Puerta de Atocha – y Barcelona – que al aeropuerto de El Prat y la estación de Sants suma la atracción de los grandes cruceros. Valencia, a menor escala, se encuentra ahora a 90 minutos de tren de Madrid y combinada por líneas aéreas con estos grandes núcleos. A mayor abundamiento, las tres Comunidades Autónomas, Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana, constituyen algo más del 50 por ciento del capital futbolístico de primera división y de proyección europea. Los viajes en marzo del Valencia C.F a la complicada región de Bérgamo, del Fútbol Club Barcelona a Nápoles y del Atlético de Madrid a Liverpool, con sus correspondientes hinchadas, deben ser objeto de reflexión. La combinación de turismo y futbol puede estar detrás de casos asintomáticos y sintomáticos sin gravedad, pero sin duda significativos como potenciales contagiadores. Tampoco se debe olvidar en una reflexión crítica la notable circulación en doble sentido entre España e Italia, en aquellos momentos de inicio de la crisis sanitaria, de alumnos de ese apasionante programa que es Erasmus; su éxito latino puede haber supuesto riesgos del turismo que acompaña al intercambio académico [Nota 1].

Durante la pandemia y de modo particular al afrontar la desescalada, a juzgar por los medios de comunicación parece que la relación entre los representantes del turismo – un amplio número de organizaciones – y el gobierno no hayan sido muy fluidas. De nuevo, el gobierno se enfrenta a un dilema: lidiar con los importantes efectos colaterales que el turismo masivo de sol y playa tiene sobre la seguridad ambiental y la sociabilidad de la ciudadanía, sin dejar de reconocer su tremendo peso económico y laboral.

Por ello, el jueves 18 de junio el Gobierno ha lanzado un plan de 4.262 millones de euros para ayudar al turismo, presentado con el reconocimiento de que es uno de los sectores que más ha sufrido con la pandemia. La reacción de los responsables del sector, hay que insistir sobre la profunda diversidad, ha sido desabrida. Quizás como reflejo de esa falta de relación empática y también de la disonancia entre las expectativas, lo que se creía merecer y se debía recibir, y lo propuesto [Nota 2].

Diagnóstico: Junto a estas razones explicativas cabe atribuir otras a las características del sector, en especial su extraordinaria diversidad puesto que abarca desde las grandes empresas hoteleras y las agencias de viaje de capital internacional – por cierto, una de ellas entró en quiebra poco antes de la pandemia – hasta las empresas unifamiliares, pasando por las cadenas de restaurantes, bares y centros de ocio. A pesar de su diversidad comparten un objetivo, lógico por supuesto: la seguridad de su supervivencia. El choque viene porque tal aspiración no siempre tiene en cuenta la seguridad de los muchos millones de españoles que no trabajan en el sector del turismo, aunque disfruten de él. El conflicto es de una enorme fuerza en una situación de crisis sanitaria como la pandemia actual. En una encuesta realizada en junio por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), dos de cada tres encuestados han declarado que no tienen pensado tomar vacaciones en este año 2020.

Propuesta: como no puede ser de otro modo, hay que intentar salvar al turismo, pero no a costa de socavar al planeta y de poner en riesgo muchas vidas. También hay que reclamar al turismo que debe evolucionar siendo más creativo e innovador, apostando por recuperar destinos, lugares y formas de disfrute, más inclinado a lo cultural, a valorar los patrimonios, así como a propuestas sostenibles, no multitudinarias e invasivas. Y en lo económico se le sugiere apostar por una orientación de economía circular favoreciendo las iniciativas de cooperación. Hay que modificar el esquema y la estrategia económica de nuestro país, al igual que lo haría una multinacional plurisectorial si pretende sobrevivir.

 

La seguridad que cuenta en la pandemia

Los cuatro conceptos relacionados con la seguridad que hemos glosado al principio de este artículo tienen sus orígenes, en el plano político, en el multilateralismo y las organizaciones supranacionales, como por ejemplo la Unión Europea, si bien su evolución a lo largo de los últimos cien años ha dependido de los Estados Nación, lo que es razón de muchos de los problemas que vivimos en cuanto se genera una gran crisis sanitaria.

Los laboratorios de alta seguridad biológica seguridad biológica, indispensables en la pandemia, tienen sus raíces en la Conferencia de Asilomar y las directrices de los Institutos Nacionales de la Salud (National Institutes of Health, NIH) de Estados Unidos. Las dos vertientes de la seguridad alimentaria a las que hemos hecho referencia anteriormente nacen promovidas respectivamente desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (Food and Agriculture Organization, FAO) y la Organización Mundial de la Salud (World Health Oganization, WHO). Por su parte, la definición de vigilancia epidemiológica a la que hemos hecho mención procede de los estadounidenses Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) Finalmente, la sanidad exterior tiene su base legal en la Ley General de Sanidad (Ley 14/1986, artículo 38) y en la Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011, capítulo VIII).

 

Conclusión

Importantes disonancias entre crisis y seguridad se detectan en instituciones españolas de alto nivel tanto en la Administración del Estado como en sectores económicos de importancia como es el caso del turismo. Sin embargo, hay potencial teórico legal tanto en el plano de la ciencia médica como en el ámbito regulatorio, para afrontar situaciones tan graves como la pandemia de covid-19. El problema radica en la progresiva jibarización del Ministerio de Sanidad desde que se creó en la Transición, por recortes e ignorancia científico política del valor estratégico de ese ministerio y de las políticas públicas de sanidad, a lo que se une la complejidad de la distribución competencial de estas cuestiones en el estado autonómico. El predominio de las políticas neoliberales en el entorno de la Unión Europea ha empeorado la situación.

Todas estas quiebras han saltado a la vista ante la pandemia de covid-19. La gravedad de lo que tenemos y de lo que puede venir reclama soluciones urgentes, una de ellas podría ser la creación de una Agencia Estatal de Salud Pública con el apoyo de los fondos europeos que tanto molestan a los mal llamados países frugales y a los halcones exteriores e interiores que les bailan su tacañería social.

Autores:

Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.

Jesús Rey es investigador en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del IF-CSIC y socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).

Victor Ladero es investigador en el Departamento de Tecnología y Biotecnología del IPLA-CSIC y socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).

Referencias:

[Nota 1] A este respecto conviene señalar que el Gobierno de la Comunidad de Madrid, uno de los más críticos con la estrategia y gestión de la crisis sanitaria por parte del gobierno español, cuando recupera su autoridad plena, expresa muy serias preocupaciones con respecto al aeropuerto de Barajas e incluso reclama un plan específico al gobierno español.

[Nota 2] Aunque no todo es comparable, cotejemos esa cifra con los 30 millones de euros atribuidos, muy de agradecer, para que la comunidad científica haya reunido esfuerzos para trabajar sobre la covid-19.

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