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II Mesa Redonda Ciencia y Sociedad:
Salud para Todos

Esta mesa tuvo como ponente principal a Emilio Muñoz Ruiz ex Presidente del CSIC y Socio promotor de la AEAC, cuya ponencia tenía por nombre”Política Científica, percepción y ética en las políticas de salud” y fue presentado por Jorge Barrero quien ejerció como moderador de la jornada. En este enlace podrás ver la ponencia, así como material relacionado con la misma.

Emilio Muñoz situó su ponencia en el marco de lo que constituye su línea de trabajo a lo largo de las tres últimas décadas: la filosofía de la política científica, los estudios sobre percepción de la biotecnología como ejemplo de tecnología multisectorial y la influencia transversal de la ética en la investigación científica y técnica. Señaló que iba  a presentar un brevísimo resumen sobre la historia de las políticas científicas en varios países y en España, una síntesis de situación de la percepción  sobre biotecnología y finalizar con algunos comentarios sobre ética(s) en la investigación, todo ello respecto al campo de la salud.

El país pionero en la proyección de la política científica sobre la salud  fue  Estados Unidos  con la creación en 1887  de  los Institutos Nacionales de la Salud (NHI) que mantendrían su independencia dentro de su gran proyecto  de política científica que estableció el Informe “Ciencia : la frontera sin límites” (1945) que  se puso en práctica en 1950 con la National Science Foundation (NSF). Es una apuesta al máximo nivel político en la estrategia científica de un país.

En el Reino Unido la apuesta  no fue tan clara y definitoria: tuvo el primer Ministerio: de Ciencia con Churchill en la 1ª Guerra Mundial,  pero luego las estrategias fueron más sencillas y parceladas con la creación de los Councils ;  en relación a la salud y la biomedicina  existen dos de estas instituciones:  el Medical Research Council creado en 1913 y  otro establecido  en 1993 dedicado a la investigación biotecnológica y biológica (Biotechnology and Biological Sciences Research Council) que completa el panorama de la promoción de la investigación en ciencias de la vida.

En Alemania nunca han dado prioridad a la política científica sobre salud. Crearon los Institutos Max-Planck  para la promoción de la ciencia y diversas organizaciones para la gestión de la ciencia desde Ministerio a Fundaciones pero nunca una en el campo de la salud. Además esta situación se reflejó en la dificultad para integrar la salud como campo de acción en la política científica a nivel europeo.

En España la historia tiene claroscuros. Hay que remontarse como precursores al primer tercio del siglo XX con  Cajal y la Junta de Ampliación de Estudios. De la escuela de Cajal en el poco tiempo que se desarrolló (hasta la Guerra Civil) pudo contar con tres Premios Nobel: Pio del Rio Ortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó habían merecido el Nobel que por desgraciadas circunstancias no consiguieron. A partir de ahí empieza la trayectoria quebrada de la apuesta política por la ciencia. El periodo oscuro del régimen de Franco sin  apuesta real por la ciencia hasta el tardofranquismo. Hay un periodo muy corto de 1982 a 1986, año en el que se promulga la primera Ley de la Ciencia donde gracias a la sensibilidad  de un gobierno que había apostado por la modernización de España se efectúan propuestas  innovadoras y avances significativos. La publicación casi en paralelo de la Ley General de Sanidad  hace que la política de ciencia en salud tenga una trayectoria dual y por lo tanto se mueva desde hace tiempo en una cierta indefinición. Es la prueba de que a veces buenas iniciativas inspiradas en modelos foráneos siguen en España trayectorias complejas.

La ley de la Ciencia de 1986 es sustituida en 2011 por otra Ley ( Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación),  que no se ha aplicado en  su totalidad, lo que determina una situación cuanto menos paradójica.  De ahí que el autor de la ponencia haya presentado como testimonios del interés de la comunidad que trabaja en salud por la política científica dos entrevistas  publicadas  en Diario Médico y realizadas por José Antonio Plaza, periodista que entendió y promocionó todos estos temas, los  cuales tienen raíces en el magnífico papel jugado por ASEBIO en el desarrollo de la moderna biología.

La  comunicación representa un aspecto fundamental en los tiempos presentes, de una sociedad globalizada que se gerencia para ciudadanos como consumidores  más que para ciudadanos responsables, y que resulta en una enorme diversidad y complejidad. En el campo de la biotecnología,  lo “agrobio” se percibe como un riesgo mientras que la “farmabio” como un beneficio. La comunicación es esencial en la actualidad y habría que hacer mucha más investigación en cultura científica. Solo el  CIEMAT  tiene una  unidad donde se hace investigación  sobre esta temática (Unidad de Investigación en Cultura  Científica).

El interés por la Ética en la investigación empieza en Europa con Jacques Delors que crea una célula de prospectiva y un Comité de Ética, no solo de bioética, en apoyo del presidente.  Curiosamente,  la mencionada ley de la Ciencia española de 2011 contempla en su artículo 10  un tal Comité, pero no se ha desarrollado. El ponente abunda en que las políticas públicas deben ser evaluadas de acuerdo con estos principios. En la industria farmacéutica el tema de la ética es  hoy en día trascendental.  Es muy importante volver a analizar cómo trabajan en la NSF  y los NIH y  recupera la importancia de la política científica. Tendríamos que impartir másteres en política científica y promover Institutos que investiguen sobre las mejores políticas.

 

Mesa Redonda “La Salud para Todos”

La sesión continuó con una mesa redonda en la que participaron como ponentes Ana Muñoz van den Eyde – UICC del Ciemat y Socia de la AEACHilde Sánchez Morales – UNED y Pablo Linde – El País. Moderó el coloquio Jorge Barrero – COTEC y actuó como relator Diego Jiménez – AsBioMad, ambos Socios de la AEAC.

Durante la mesa redonda se expuso desde “La Salud para todos”, distintos enfoques de esta realidad y los factores que la podían afectar desde el punto de vista de la Ciencia.

 

Abriendo el debate, Ana Muñoz expuso la necesidad de una Ciencia sin dogmatismos, sin aura de leyenda y capaz de mantener y promover un espíritu crítico que haga justicia a un enfoque sistemático como el método científico cuyo conocimiento acumulado está bajo constante actualización. En consecuencia, fue muy relevante el recordatorio de que no podemos afirmar que la Ciencia ponga siempre a disposición la mejor evidencia o respuesta, si bien si persigue alcanzar la mayor evidencia posible. Así, expuso de forma muy ilustradora un trabajo interno de su departamento de análisis multifactorial para la asistencia sanitaria desde el soporte de la evidencia, la atención prestada y la percepción de ambas por los pacientes como medio para constatar las actuaciones concretas que nos ayuden a construir una mejora asistencial desde la evidencia y el método científico.

Por su parte, Hilde Sánchez ahondó en cómo es percibida y combatida la enfermedad, la evolución de los enfoques que rigen las estrategias de actuación y puso en valor la promoción de la salud como tendencia que se opone a considerar ésta meramente como ausencia de enfermedad. Desde los avances de la Ingeniería Genética, la Neurociencia y la Robótica nos planteó los retos que las sociedades tienen que abordar desde la planificación y la justicia social, como fundamento de evolución social y de bienestar de bases éticas, teniendo como suelo siempre los derechos humanos y la protección de estos como seña de nuestra propia identidad como seres necesaria y afortunadamente, sociales.

En esta línea, Pablo Linde revindicó la Salud como un derecho, en contraposición a la tendencia que el acceso asimétrico a ésta convierte en beneficio. Así, expuso su visión como periodista y corresponsal que ha tenido la oportunidad de conocer culturas y marcos sociales muy diferentes, donde el choque cultural a menudo lastra, si no es tenido en cuenta las actuaciones humanitarias y asistenciales, incluyendo en su llamamiento el diseño de estrategias acordes a estas realidades locales para optimizar la eficacia y el aprovechamiento de los recursos destinados. Igualmente, nos recordó que hay enfermedades que siguen matando tras siglos de persistencia en nuestras sociedades, como la tuberculosis, sirviendo ésta de ejemplo de cómo pequeñas consideraciones en materia de planificación pueden favorecer la eficacia de la atención temprana salvando vidas en todo el mundo. Por último, teniendo claro que los recursos actuales son suficientes para cubrir las necesidades asistenciales básicas, al igual que el conocimiento acumulado; hay claves más relacionadas con la voluntad y la confianza que con la cantidad de medios.

Por su parte, Diego Jiménez expuso una visión de las sociedades como sistemas multifactoriales necesitados antes los retos crecientes y emergentes de nuevos enfoques basados en la multidisciplinaridad. Siendo la Biotecnología, una de estas herramientas multidisciplinares se antoja necesaria una comunicación impecable, rigurosa y sistemática que permita actuar con todo el conocimiento solamente abarcable desde la integración de puntos de vistas que nadie en solitario puede gestionar adecuadamente. La voluntad política y el consenso debe de contribuir a la regularización de herramientas y a la sensibilización para que los recursos se destinen a brechas fruto de la globalización, el cambio climático y el equilibrio social que hoy se ve amenazado y distraído, mientras creamos una burbuja evolutiva como especie que si bien tratamos de empujar continuamente, puede llegar un momento en tengamos que empezar a pagar.

Finalmente, y antes de abrir el turno de intervenciones Jorge Barrero, presentó lo que desde COTEC entienden como la herramienta capaz de llevar a cabo y gestionar el cambio sistémico tan necesario a gran escala: la Llave de COTEC. Está formula identifica claramente a 3 agentes: los expertos, como la figura que atesora el conocimiento, identifica el problema y formula lo que se puede y no se puede hacer; los influenciadores, como aquellos con actividad en formación, en comunicación e información y en definitiva, la transmisión de los contenidos que generan los anteriores; y por último, los facilitadores, que saben cómo hacer las cosas, y cuentan con las herramientas para proveer o alcanzar los medios que pueden hacer posible la intervención.

Ya en los turnos de intervención e interacción con y entre los ponentes, Jorge Barrero recordó la retroalimentación entre los procesos de innovación y desigualdad, donde la segunda frena también a la primera. Recordaba Hilde Sánchez: “la Desigualdad mata”, citando los valores que deben dirigir el esfuerzo social: el mantenimiento de la salud, la equidad, el respeto y la justicia, siendo herramienta indispensable el fomento de mecanismos conectivos, donde la Ciencia puede aportar formación para combatir el recelo que se genera en la comunicación. Por consenso, se ratifica la necesidad de “hacer política” en el más amplio sentido de la palabra.  Se incluyó en este ámbito, de mano de Eduardo, la necesidad de llevar esta comunicación a la participación de los trabajadores en los consejos de administración en la fase de toma de decisiones y definición de procesos, así como de políticas de actuación como herramienta interna de coordinación y consenso de procesos innovadores y en la misma línea Lorenzo Delgado clamó por inculcar el desarrollo de estos valores desde la infancia y la formación tempranas, la necesidad de entusiasmo como motivación para construir una sociedad mejor desde el conocimiento. Recordatorio a este respecto de Hilde para con la gestión de expectativas, los actores que deben llevarla a cabo, los canales y la definición de objetivos concretos; y por parte de Ana sobre como en lo referente a los ODS de la FAO y la aceptación social resulta necesaria para justificar democráticamente la dedicación de recursos para dar respuestas a retos globales en beneficio de todos, eso sí, siempre a gran escala.

Durante este debate posterior, Emilio Muñoz recogió un sentir colectivo durante la mesa celebrada, donde se clamó, como no podía ser de otra forma por la participación y compromiso de los agentes implicados desde la voluntad individual como motor, resultando imperativo el no caer en la desesperanza y “colaborar hasta la extenuación” como única solución intuitiva frente al daño que representa la progresiva individualización de la sociedad ante retos tan globales y complejos, donde la humildad forma parte de la llave para desbloquear la confianza necesaria para hacer realidad acciones conjuntas. Solo colaborando de forma coordinada pueden alcanzarse objetivos tan ambiciosos, que a la par se presentan de tan necesaria cobertura.

La jornada finalizó con la ponencia especial titulada “Una DANA sobre la política científica – Notas históricas sobre Política Científica en España”, en la que Emilio Muñoz hizo una breve introducción para ceder la palabra a Santiago López y Lorenzo Delgado, quienes son coautores del libro Ciencia en Transición (el lastre franquista ante el reto de la modernización). La tesis del libro que se desarrolla en esta ponencia es que en el 39 el mundo universitario, científico y docente pasó a depender del Estado, ‘funcionarizándose’.

El plan de estabilización de 1959 obligó al régimen franquista a abrirse al exterior, pero ni políticos ni empresarios consideraron que valiera la pena modernizar la ciencia y ni siquiera la Ley de la Ciencia de 1986 fue suficiente para que España diera el salto adelante que la ciencia necesitaba, aunque fue fundamental para que la ciencia española volviera a tener un peso específico en la política del Estado y entre los ciudadanos.

Como resultado de este proceso en la actualidad los científicos tienen pocos incentivos a colaborar con las empresas, fundaciones y asociaciones. Por supuesto hay notables excepciones y cada día son más los implicados. Igualmente no existe contacto real entre la empresa y la ciencia, frustrándose cualquier intento por culpa de la burocracia, que incluso pone trabas (fundamentalmente financieras) a las relaciones entre Universidades o diferentes organismos científicos

Una consecuencia inmediata es la inexistencia de lazos fuertes entre investigadores privados y la investigación básica como ocurre en los países más avanzados.

Toma aquí la palabra Lorenzo Delgado exponiendo que el camino de la modernización de la ciencia en España está solo a medio camino. Los científicos tienen su etiqueta de origen que impone infinidad de trabas para saltar de uno a otro centro y aún más si se trata de saltar al sector privado

La pregunta es ¿Qué hacer con la política científica en un país que no la tiene?

Y sin embargo y a pesar de todo lo expuesto hay que reconocer que estamos a punto de ser un país con base innovadora y tecnológica lo que forzosamente debe darnos un rayo de esperanza.

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