La(s) discriminación(es) en Ciencia
Cuando gente de diferente profesión, condición, origen, etc… se reúne, se observa que, a veces, las circunstancias personales de cada individuo les han llevado a realizar funciones poco idóneas para su personalidad o preparación. Hablando con determinadas personas y escuchando lo bien que razonan, uno piensa en los buenos científicos que se han perdido, ya que están dedicados a otros oficios. Quizás, se han dedicado a otros menesteres porque de alguna manera directa o indirecta fueron discriminados para la Ciencia.
Existe (o ha existido) discriminación por género, raza, creencias o edad. Posiblemente, la lista de causas puede ampliarse. Como ejemplo de discriminación de género, mujeres como Santa Marina tenían que disfrazarse de hombres para cursar estudios y adquirir conocimientos. Es conocido que, el reconocimiento a las mujeres científicas es algo que ha comenzado de un modo claro (y algo lento) a partir de la mitad del siglo XX.
Cuando realicé mi estancia postdoctoral en EE.UU conocí la existencia de Universidades, como la de Howard University, restringida para ciudadanos afroamericanos. Sobre creencias, es conocida la existencia en nuestro país de Universidades privadas de carácter confesional. Finalmente, y tras haber pasado a la clases pasivas, he empezado a sentir, en mi propia persona, una cierta discriminación que, junto Margarita Salas, Esteban Domingo, José Mª Fernández Sousa y Gascón Vilaplana denuncié en una tribuna de “El País” titulada “los viejunos creativos”. En esta tribuna, se comentaba que en profesiones relacionadas con la creatividad, como la ciencia, no debería de darse discriminación por edad; como igualmente comentó Javier Marías para el caso de los novelistas, también en el diario “El País”.
Hay gente que compara el éxito científico con que el investigador sea galardonado con Premios, como el Premio Nobel. Aunque esta relación no sea totalmente cierta, no deja de ser una indicación. Curiosamente, como se indica en Science (2016, vol. 354, pg. 596), Frank Wilczek recibió su premio en Física, por un trabajo que realizó cuando tenía 23 años de edad, o James Watson que recibió el de Medicina por un trabajo realizado cuando era un poco más mayor, pues tenía 25 años de edad. Sin embargo, John B. Fenn, galardonado con el de Química, recibió su premio tras publicar un trabajo al final de su carrera, cuando había sido forzado a jubilarse en la Universidad de Yale.
De todo lo comentado anteriormente, he de decir que la Ciencia no debe de interferirse con género, raza, creencias o edad, como a veces se hace en diferentes países.
En la situación actual que está viviendo la Ciencia en España, y también en algunos otros países, uno se pregunta si la discriminación no está relacionada con las características anteriormente indicadas, sino que existe una discriminación hacia los científicos en general, a los que de alguna manera se les ignora junto con su trabajo. De hecho, en las ciencias experimentales, que pueden necesitar de un mayor apoyo económico, los recortes que se están llevando a cabo parecen indicar la falta de aprecio que tiene la investigación en la sociedad, tanto en ámbitos públicos como en privados. Obviamente, en ámbitos privados, las aportaciones económicas van buscando a la larga generar beneficios. Este hecho no se discute, pues son intereses privados de aquellos que invierten su dinero para ganar más, en una economía de mercado. En lo que se refiere al ámbito privado, aparte de la subvención económica existe también una gestión científica.
Como en otros muchos ámbitos, en España hay (o ha habido) buenos gestores científicos, lo cual ha favorecido al desarrollo de la Ciencia en nuestro país. El aporte económico suplementario fue muy importante para el desarrollo. Por muy buena profesionalidad y voluntad, sin recursos no puede llevarse a cabo la gestión adecuada en ciencias experimentales.
Afortunadamente, hemos tenido personas que fueron buenos gestores y sabían de ciencia por lo que podían distinguir méritos y necesidades de apariencias y gastos superfluos. Sin embargo, desafortunadamente, también hay (o ha habido) gestores científicos que no sabían de ciencia, pero tampoco de gestión y que están (o han estado) en puestos ejecutivos. El desconocimiento en ciencia lo suelen enmascarar basándose en sistemas métricos de evaluación, como índices de impacto u otros parámetros, que pueden dar una idea de lo que se ha podido hacer, sin conocer realmente lo realizado. Afortunadamente, volviendo a los Premios Nobel, este criterio no se sigue para esos galardones, en donde se leen los trabajos realizados, aunque sean en revistas de no alto nivel, como FEBS Letters, donde se publicó el trabajo troncal sobre autofagia, merecedor hace unos años del Premio Nobel de Medicina.
El desconocimiento de ciencia y gestión en personas con responsabilidades da lugar a personas inseguras, que junto a su afán de permanecer en un puesto, al que no han llegado por meritocracia, sino por otras circunstancias, hace que tomen medidas de discriminación, fundamentalmente en contra de personas más competentes que ellas, y que conocen sus deficiencias. Esta discriminación puede dar lugar a situaciones en las que se perjudica la labor, o la carrera científica de personas capaces de realizar un buen trabajo. Adicionalmente, esta situación origina que los compañeros de trabajo, por temor a sufrir una situación similar de discriminación, hagan el vacío a la persona discriminada, que queda no solo discriminada sino también aislada. Esta situación es para mi familiar, pues la he vivido cerca. Es triste pues, que se de discriminación por competencia en la Ciencia.
Dado que el problema no es el de la competencia de los buenos científicos, una especie que en España, si no hay mejora, tiende a la emigración o a la extinción. La solución del problema está en que la sociedad y sus dirigentes solucionen lo económico, favoreciendo la presencia de buenos y competentes gestores, que con los recursos adecuados, ayuden a la existencia de una ciencia eficiente, productiva y rigurosa, sin ningún tipo de discriminación, que mejore la calidad de vida de nuestra sociedad.
Jesús Avila de Grado
Profesor de Investigación “Ad Honorem”
CBMSO (CSIC-UAM)