Daños neurológicos de la covid-19: Stop irresponsables
Los autores nos detallan un nuevo efecto del coronavirus, la posibilidad de que provoque daños neurológicos a corto y largo plazo, incluso en personas asintomáticas.
Esta amenaza debería constituir una llamada de atención a aquellas personas, mas jóvenes, para que sean capaces de medir los riesgos que contraen, y por extensión los que hacen contraer a sus conciudadanos.
Es una cuestión de actitud, de educación, de inteligencia, de cultura, en suma de justicia social. Y por ello objetivo de un nuevo contrato social.
Incógnitas en el conocimiento científico sobre el SARS-Cov-2
El virus de la covid-19 sigue manteniendo secretos a pesar del gran esfuerzo investigador que se está realizando. Aún persiste la incógnita de su origen y todavía no se ha encontrado un medicamento efectivo, aunque algunos fármacos utilizados frente a otras enfermedades parece que ayudan a reducir la sintomatología. Pero cada día aparece un nuevo síntoma o un nuevo efecto que va más allá de una infección respiratoria.
En un artículo publicado recientemente, Pablo Linde trata de resumir los vacíos de conocimientos básicos sobre el coronavirus que está paralizando el mundo en el verano de 2020. Es indudable que las cuatro incógnitas que expone son instrumentales: los medios a través de los que se transmite, la capacidad de contagio de los pacientes asintomáticos, la inmunidad que genera y las secuelas que deja.
Pero entre las dudas y nuevas preguntas que se generan a medida que se avanza en el conocimiento del SARS-CoV-2, queremos centrarnos en la posibilidad de que pueda afectar al sistema nervioso. En particular, al sistema nervioso central (SNC) ₋compuesto por el encéfalo (que comprende el cerebro, el cerebelo y el tallo encefálico) y la médula espinal₋. Aunque la afectación del sistema nervioso periférico no es menos grave, ya que puede producir disfunciones gustativas y olfativas, lesiones musculares o enfermedades que pueden desembocar, en sus manifestaciones más graves, en la parálisis total y finalmente la muerte, como el Síndrome de Guillain-Barré.
La covid-19 puede afectar también al sistema nervioso
Los resultados del estudio Albacovid, el mayor realizado hasta la fecha sobre la aparición de síntomas neurológicos en pacientes de covid-19, muestran que de 841 pacientes ingresados por covid-19 en dos hospitales de Albacete durante el mes de marzo, más de la mitad manifestaron síntomas neurológicos.
El conocimiento obtenido mediante la investigación realizada durante anteriores epidemias causadas por coronavirus como el MERS-CoV y el SARS-CoV-1, muestra que los mecanismos por los cuales los coronavirus pueden afectar al sistema nervioso incluyen: a) las afectaciones neurológicas como encefalopatías o ictus, consecuencia de la respuesta hiper-inflamatoria y de hiper-coagulación inducida por el virus; b) la encefalitis producida por la invasión directa del sistema nervioso central; y c) las complicaciones post-infección relacionadas con la respuesta inmune.
Bases científicas: ¿podría el virus sobrepasar la barrera hematoencefálica?
La presencia de los virus de la familia de los coronavirus en el sistema nervioso central, concretamente en el cerebro, parece indicar que son capaces de romper la defensa cerebral que constituye la barrera hematoencefálica, que protege al cerebro de la entrada de patógenos a través del torrente sanguíneo.
Durante la pandemia de covid-19 hemos visto como uno de los principales efectos del coronavirus se manifiesta a través de procesos inflamatorios (la denominada ‘tormenta de citoquinas’) principalmente en el sistema respiratorio, pero también afecta a otros órganos, incluyendo el sistema nervioso.
Se sabe también que durante la enfermedad neurológica, los tejidos del cerebro, incluidos los vasos sanguíneos y la sangre, se destruyen, lo que conduce a inflamación y debilitamiento la barrera sangre-cerebro, alterando su permeabilidad, y que este proceso empeora cuando existe una inflamación externa al cerebro.
Ambos procesos, inflamación fuera del cerebro y debilitamiento de la barrera hematoencefálica, podrían crear las condiciones idóneas para el asalto del SARS-Cov-2 al cerebro. No puede sorprender, por tanto, que una infección vírica con síntomas tan diversos y tan personalizados, dé lugar a trastornos neurológicos e incluso a que el virus pudiera atravesar esta barrera.
Pero a día de hoy se ha detectado el SARS-CoV-2 en diversos órganos, pero no en el cerebro, por lo que no se ha confirmado la vía de la invasión directa del SNC. Es importante señalar que, aunque se han reportado casos muy raros que cumplen los criterios para ser considerados casos plausibles de encefalitis resultante de infección del SNC por el SARS-CoV-2, los estudios disponibles sugieren que este virus solo raramente puede producir una verdadera encefalitis o meningoencefalitis asociadas a una evidencia de invasión viral directa del sistema nervioso central.
Efectos a largo plazo y aviso a (jóvenes) navegantes
Por el momento no se conocen bien todos los efectos que los coronavirus pueden producir en el cerebro a largo plazo, sus consecuencias en las funciones cognitivas, y la reversibilidad o irreversibilidad de las mismas. En un momento en que gran parte de las personas contagiadas por el SARS-CoV-2 son asintomáticas, la repercusión de contar con estas evidencias es tremenda, ya que podría darse la circunstancia de que realmente estemos ante casos en que no se observen síntomas externos claros o evidentes (como pueden ser los síntomas respiratorios externos, los procesos febriles, o los procesos inflamatorios graves que afectan al sistema respiratorio), pero los posibles efectos que a corto plazo permanecen ocultos en estos pacientes “asintomáticos”, podrían producir deterioros cognitivos a nivel de memoria o navegación espacial, trastornos psiquiátricos causados directamente por la infección viral (que se sumarían a los efectos traumáticos producidos por las circunstancias impuestas por la pandemia, como el confinamiento, y sus efectos, como ansiedad, miedo, incertidumbre, etc.) o desembocar en y/o acelerar el desarrollo de otras patologías como el Alzheimer, así como afectar seriamente, a medio y largo plazo, al sistema locomotor, al sistema respiratorio o a los órganos de los sentidos, a través de la afectación del sistema nervioso periférico.
El cerebro podría convertirse en un reservorio del virus. Es decir, el virus podría persistir en el cerebro sin manifestar una enfermedad neurológica aparente, aunque como se ha visto en otros casos, estos virus pueden finalmente estar involucrados en enfermedades tan graves como la esclerosis, el Alzheimer o el síndrome de Guillain-Barré.
En definitiva, la supuesta asintomatología de algunos infectados podría estar encubriendo síntomas que podrían aparecer a largo plazo y ser graves.
Una campaña: Stop irresponsables
Recordemos las campañas de la Dirección General de Tráfico en España cuando se implantó el carnet por puntos, en tiempos en que las muertes y accidentes graves de circulación aumentaban sin cesar. Esta contribución es un modesto clamar, un concienciado grito de aviso a navegantes por los mares de la inconsciencia sobre los efectos de la covid-19 y la irresponsabilidad en la aplicación de las medidas para ponerle freno.
Las medidas de confinamiento y distanciamiento social implantados en prácticamente todos los países del mundo como consecuencia de la pandemia han limitado algunos de nuestros derechos, delimitando la frontera entre éstos y nuestra obligación de no hacer daño a los demás.
Frente al individualismo, al egoísmo, a la irresponsabilidad, que no solo no consiguen detener la propagación del virus sino que la facilitan, la respuesta colectiva y responsable de la comunidad, como único medio para su derrota.
A medida que conocemos más sobre el coronavirus SARS-CoV-2 y sus efectos a corto, medio y largo plazo, más se evidencia que las medidas epidemiológicas que adoptamos y la respuesta colectiva, responsable y solidaria están destinadas no solo a proteger colectivamente a los seres humanos y ciudadanos que somos, sino también individualmente a las personas que seremos en un futuro no muy lejano.
Estas evidencias deberían contribuir a que nuestros jóvenes sean capaces de medir los riesgos que contraen personalmente, y por extensión los que hacen contraer a sus conciudadanos. Además de en aras de la responsabilidad hay que trabajar en pro de la inteligibilidad. Es una cuestión de actitud, de educación, de inteligencia, de cultura, en suma de justicia social. Y por ello objetivo de un nuevo contrato social.
Jesús Rey es investigador en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del IF-CSIC y socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).
Víctor Ladero es investigador en el Departamento de Tecnología y Biotecnología del IPLA-CSIC y socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).
Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.
Una versión reducida de este artículo se ha publicado en The Conversation.