Es la ciencia, amigas y amigos

La plataforma de la AEAC nos ofrece la oportunidad de hacer pública una versión ampliada del artículo aparecido recientemente en The Conversation. En ella, el cambio de título denota la vocación de hacer la ciencia amigable para la sociedad y además permite profundizar en ciertos ángulos que en estos tiempos de complejidad e incertidumbre hacen de la ciencia protagonista pero también víctima de factores externos.

Emilio Muñoz

Por Emilio Muñoz, Victor Ladero y Jesús Rey

La palabra ciencia ha sido una de las más buscadas en el Diccionario de la Lengua Española entre febrero de 2020 y enero de 2021 [1]. Ojalá no sea algo coyuntural, sino el indicio de un cambio en los intereses de las sociedades hispanohablantes. Nos gustaría pensar que no es casual que entre las palabras más consultadas también se encuentren cultura y filosofía.

La pandemia ha despertado un interés inusitado por la ciencia [2], pero de nuevo con las visiones de una sociedad que surge tras cuarenta años de progresivo desmantelamiento del estado del bienestar, de crisis de la socialdemocracia y de tránsito del keynesianismo económico al paradigma neoliberal.

 

¿El siglo de la biología?

 

Desde mediados del siglo XX la biología, en su trayectoria en búsqueda de su estatuto como ciencia, ha dado pasos de gigante, por la importancia y espectacularidad de sus avances y el potencial de sus aplicaciones sobre la vida humana [3]. Ha pasado de la simple catalogación -lo que llevó a Rutherford a cuestionar su carácter de ciencia, al compararla con la “colección de sellos”- a los recientes avances que estamos viviendo en torno a la pandemia de la covid-19. Lo que sin duda nos permite volver a preguntarnos si ya estamos en el siglo de la biología [4].

Queremos glosar aquí el importante libro de Ernst Mayr, publicado en 1985, The Growth of Biological Thought: Diversity, Evolution and Inheritance [5], del que François Jacob afirmó que “no existe otro libro que nos diga en forma tan crítica y lúcida el camino por el que la evolución de las ideas condujo a la biología moderna”. Según Mayr, después de 1960 la biología se había emancipado de las ciencias físicas. En una magnífica síntesis con el título ”Biology today” (Biología hoy), considera que la propiedad más significativa de la biología actual es la unificación: han prevalecido las interacciones entre la biología funcional y la evolucionista, que no se producían antes, de modo que un número creciente de biólogos han asumido que no son dos facetas contrapuestas de un tema, sino que toda solución de un problema biológico implica que se determinen las causas tanto recientes como las remotas (evolutivas), mientras que los biólogos evolucionistas han abordado problemas moleculares; todas las grandes controversias de los siglos anteriores se han resuelto; se han refutado todas las formas del vitalismo; las diferentes versiones de las teorías evolucionistas que han competido se han ido abandonando y se han sustituido por una versión sintética; y se ha admitido la complejidad de los sistemas biológicos y que el proceso de la emergencia (el todo es más que la suma de las partes) es más importante en los sistemas vivos que en los inanimados.

Y, además, la biología ha alcanzado el estatuto de ciencia y ha mostrado su potencial como tecnología, al dar lugar a la biotecnología y a todas las subsiguientes aplicaciones de desarrollo, como las ómicas, el microbioma o las neurociencias, explorando las relaciones entre envejecimiento y salud mental, y entre cerebro y tecnologías de la información y las comunicaciones.

 

Desgraciadamente, todo este inmenso desarrollo de la biología ha tenido lugar en tiempos difíciles para la ciencia, por los contextos socioeconómicos y políticos en los que ha tenido lugar [6].

 

Investigación científica y técnica, dinámicas y dimensiones éticas

 

Paradójicamente, el esplendor de la biología y sus aplicaciones sobre la vida humana, con importantes consecuencias morales [7], hizo que fuese necesario que la ética formara parte de la biología y de la biotecnología. Esta necesidad ha dado lugar a un brillante -pero no exento de debate- territorio de la ética alrededor de la bioética, y a la creación de comités de bioética tanto a nivel gubernamental como en las instituciones de investigación y hospitalarias. Y ha desencadenado la reflexión, desde la filosofía de la biología, sobre las dimensiones y dinámicas éticas de la investigación científica y técnica [8]. Fruto de ello ha sido el haber acuñado el concepto de interéticas [9], y su correlación con la innovación social bajo una perspectiva crítica de la economía.

Como apuntábamos al principio, la palabra ciencia está de moda. También lo está la palabra ética, que se está usando inflacionaria y banalmente, como ha diseccionado brillantemente Roberto R. Aramayo en un reciente artículo [10].

De modo similar, estamos asistiendo a una banalización y mercantilización de muchos conceptos biológicos. Como el de evolución, un término utilizado para marcar signos positivos de aquello que se quiere identificar como lo que progresa, sin apenas idea de lo que es la evolución biológica. O las siglas ADN (de ácido desoxirribonucleico), utilizadas para ponderar las señas identitarias de cualquier organización u objeto de comercio -incluso los automóviles de lujo que, obviamente, carecen de esta molécula biológica-.

 

Un giro en las controversias científicas

 

Las controversias científicas dentro de la propia comunidad han formado parte de la vida de la actividad científica. Sin embargo, este terreno complejo, trufado de consecuencias morales importantes, ha desplazado tales controversias a un terreno más asociado a la moral y socialmente importante.

Precisamente cuando la importancia de la biología reclama mucho más reflexiones y dimensiones y dinámicas éticas en las estrategias y en las aplicaciones, trabajos e investigadores que han recibido los premios Nobel en cuestiones muy relacionadas con la investigación sobre la covid-19 -como la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) o el virus del sida- han generado posturas negacionistas. En efecto, Kary Mullis, receptor del Premio Nobel de Química en 1993, devino en negacionista del cambio climático y del sida, mientras que Luc Montagnier, que recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2008 por el descubrimiento del virus del sida, ha tenido sorprendentes manifestaciones respecto al coronavirus [11].Tampoco ha estado alejado de controversias la concesión del Nobel de Química de 2020 sobre la tecnología del CRISPR-Cas9 [12], habiendo generado debates éticos y morales sobre las patentes y respecto a los límites y consecuencias de sus aplicaciones.

 

La covid-19 y las ciencias

 

El esfuerzo investigador realizado con motivo de la pandemia tiene un carácter fundamentalmente utilitarista, dirigido por la urgente e inevitable necesidad de obtener vacunas y tratamientos frente a la enfermedad, y consecuentemente de reactivar la economía y recuperar el empleo lo antes posible.

Este esfuerzo investigador descansa en varios factores. Entre ellos, el modo como la covid-19 ha afectado a todo el planeta y ha despertado los miedos y los intereses del mundo desarrollado. Y el giro copernicano experimentado por Europa en sus planteamientos para salir de la crisis, apoyándose en los desarrollos de la biología generados por las instituciones públicas y con estrategias de colaboración público-privado.

¿Acaso habría ocurrido lo mismo si el SARS-CoV-2 hubiera afectado únicamente al hemisferio Sur? ¿O a sectores de la población aun hoy marginados y discriminados en gran parte del mundo? Probablemente no; o al menos no con la misma intensidad.

Afortunada y paradójicamente, la respuesta científica ante este virus descansa en un importante aporte de ciencia, de lo que se ha llamado ciencia básica.

Paradigmático a este respecto es el caso de BioNTech, una empresa biotecnológica alemana pionera en investigación básica, con éxitos en la proyección clínica y decisiva para el diagnóstico y las vacunas contra la covid-19. Una empresa desarrollada por inmigrantes turcos de segunda generación y con una investigadora húngara que sido decisiva en el desarrollo de esta tecnología del ARN.

 

La urgencia de la covid-19 relega a otros problemas importantes

 

Es evidente que la pandemia de covid-19 requiere de este esfuerzo científico sin precedentes. No obstante, es importante reivindicar el valor de la ciencia no sólo como inversión que genera soluciones y retornos inmediatos -necesarios sin duda ante una pandemia-. También, y sobre todo, el valor de la ciencia que genera conocimientos y valores no inmediatos, y no siempre monetarizables -al menos en el corto plazo- pero traducibles y que desembocarán, a la larga, en bienes para la humanidad.

Una vez más, hay que advertir sobre lo que el filósofo Nuccio Ordine califica como “la barbarie de lo útil” [13] [14], que toma protagonismo incluso en detrimento de otros asuntos importantes, pero desgraciadamente de menor impacto inmediato, como el cambio climático o pandemia ambiental [15], que quedan en un segundo plano a causa de los “egoísmos del presente”.

Las urgencias de las desescaladas están viniendo dadas por la inminencia de las temporadas turísticas y consumistas (verano, Navidad, Semana Santa). En la desescalada, y ante la posibilidad de un rebrote de la pandemia, corremos el riesgo de una visión utilitarista de la humanidad, condenando a las personas a la condición de meros productores y consumidores. Ya hemos visto y padecido las consecuencias de las desescaladas promovidas por valores económicos. Su influencia en las curvas de contagios, de ingresos hospitalarios, de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y de muertes, parece evidente [16].

No es necesario ser economista; el sentido común y unas nociones básicas de esa disciplina recomiendan abordar los estragos económicos de la pandemia con herramientas económicas y financieras, a costa de los presupuestos comunes, no a costa del esfuerzo desproporcionado de un sistema sanitario con recursos limitados y personal muchas veces precario, y a costa de enfermedad, sufrimiento humano y muertes evitables.

 

Contra una ciencia esclava de lo útil

 

La ciencia debe buscar el rechazo a ser esclava de lo útil. El sistema actual de la ciencia somete a los científicos a un género de servidumbre que les dificulta centrarse en la generación de conocimiento y la búsqueda de la verdad, sujetos como están a la urgencia del tiempo, supeditando sus intereses investigadores a los de soberanos como las agencias financiadoras y las grandes editoriales científicas, a quienes deben aprender a adular y seducir con sus obras si no quieren perecer (publicar o morir [17]) en el competitivo entorno profesional de la ciencia.

Esta ciencia conduce a los científicos a convertirse en esclavos de la productividad, y al conocimiento a transformarse en mercancía.

 

Es la ciencia, amigas y amigos; y la necesaria ética

 

Así pues, nos gustaría invitar a la reflexión a quienes proponen políticas económicas que no solo no contribuyen a resolver las crisis, sino que de hecho complican la situación, y decirles: “es la ciencia, amigas y amigos”. Es la ciencia la que nos sacará de la crisis sanitaria y, por extensión, la que salvará al mercado.

La ciencia debe formar parte de los cimientos sobre los que se apoyen las políticas para salir de la actual crisis y fortalecer la industria y la economía europeas para avanzar hacia el futuro. Para no instalarnos en una “nueva normalidad” en la que nos olvidemos de la ciencia y las dimensiones éticas, hasta que nos volvamos a sentir amenazados. Y quizás entonces estemos ante amenazas irreversibles.

 

Autores

Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía (IFS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.

Víctor Ladero es investigador en el Departamento de Tecnología y Biotecnología del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA) del CSIC, y socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).

 Jesús Rey es investigador en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del IFS-CSIC y socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).

Referencias

[1] Real Academia Española. 2021. El «Diccionario de la lengua española» supera los mil millones de consultas en un año. https://www.rae.es/noticia/el-diccionario-de-la-lengua-espanola-supera-los-mil-millones-de-consultas-en-un-ano

[2] Clive Cookson. 2020. Fight against Covid boosts public interest in science. Financial Times, 31 diciembre. https://www.ft.com/content/3e583460-cd47-49a9-a2db-647c99379eb4

[3] Emilio Muñoz. 2019. Un recorrido por la biotecnología de la mano de Emilio Muñoz. ASEBIO, Asociación Española de Bioempresas. https://asebio.com/sites/default/files/2019-11/Libro Emilio Muñoz.pdf

[4] Emilio Muñoz. 2016. ¿Estamos ya en el siglo de la biología? Un análisis sobre sus impactos sociales y económicos. En: José Félix Tezanos (Ed.) Tendencias científico-tecnológicas. Retos, potencialidades y problemas sociales, cap. 10. Madrid: Editorial Sistema. https://books.google.es/books?id=NQoTDgAAQBAJ&pg=PT8&hl=es&source=gbs_selected_pages&cad=2#v=onepage&q&f=false,  https://canal.uned.es/video/5a6f80ceb1111f64398b45aa

[5] Ernst Mayr. 1985. The Growth of Biological Thought. Diversity, Evolution, and Inheritance. Belknap Press. https://www.hup.harvard.edu/catalog.php?isbn=9780674364462

[6] Ana Muñoz van den Eynde y Emilio Muñoz. 2019. La ciencia en la encrucijada: las trampas en el camino del sistema científico. En: Vicente Larrag (coord.) 2.º Informe sobre la Ciencia y la Tecnología en España, p. 67. Madrid, Fundación Alternativas. https://bit.ly/39a7bjI

[7] Emilio Muñoz, 2019. Op. Cit.

[8] Emilio Muñoz. 2008. Dinámica y dimensiones de la ética en la investigación científica y técnica. Arbor, 184 (730): 197-206. http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/172

[9] Emilio Muñoz. 2015. Economía biológica: las interéticas. Seminario Internacional sobre ‘Economía y valores’. Madrid: Fundación Ramón Areces. https://www.fundacionareces.es/fundacionareces/es/comunicacion/blog/economia-biologica-las-intereticas.html

[10] Roberto R. Aramayo. 2021. ¿Banalizamos la ética?. The Conversation, 3 marzo. https://theconversation.com/banalizamos-la-etica-156393

[11] Maldita.es. 2020. Por qué las palabras de Luc Montagnier sobre el coronavirus no significan nada sin evidencias (aunque tenga un Nobel). Maldita Ciencia, 1 junio. https://maldita.es/malditaciencia/20200601/nobel-luc-montagnier-coronavirus-origen/

[12] Emilio Muñoz. 2020. El premio Nobel de Química de 2020 y las reacciones sociales en España llorando por un científico español. Blog de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia, 14 octubre. https://aeac.science/articulo/nobel-de-quimica-de-2020-emilio/

[13] Nuccio Ordine. 2013. La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Barcelona: Acantilado.

[14] Juan Peces. 2014. La cultura es inútil, afortunadamente. El País, 8 enero. https://elpais.com/cultura/2014/01/07/actualidad/1389123019_008453.html

[15] Jesús Rey Rocha y Emilio Muñoz Ruiz. 2021. Pandemia ambiental: ¿salto evolutivo o involución?. The Conversation, 15 febrero. https://theconversation.com/pandemia-ambiental-salto-evolutivo-o-involucion-155240

[16] Darío Ojeda y Javier Bocanegra. 2021. Empeora la situación de la pandemia. La Navidad deja más hospitalizados y más casos… sin contar aún el efecto Nochevieja. El Confidencial, 5 Enero. https://www.elconfidencial.com/espana/2021-01-05/coronavirus-covid19-datos-comunidades-evolucion-vacunas_2894615/

[17] Manuel Souto Salom. 2019. La ciencia necesita tiempo para pensar: el movimiento que quiere acabar con la cultura de “publicar o morir”. The Conversation, 5 mayo. https://theconversation.com/la-ciencia-necesita-tiempo-para-pensar-el-movimiento-que-quiere-acabar-con-la-cultura-de-publicar-o-morir-116367

 

Créditos

Este artículo es una versión ampliada del publicado previamente en The Conversation con el título ‘¿El siglo de la biología? Necesitamos un clima de ciencia y ética

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