La crisis por la epidemia de COVID-19: Héroes al descubierto… y villanos al desván

Emilio Muñoz, Socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo nos comenta dos artículos sobre el Coronavirus publicados en The New York Times y en The Scientist, donde además de resaltar su importancia reflexiona sobre ellos, el valor de la ciencia y los científicos, y los conceptos sociales y éticos que abarcan.

Artículo:

Por Emilio Muñoz, socio promotor de la AEAC.

 

Hace unos pocos días publicaba con mi colega Jesús Rey un artículo que señalaba algunos hechos como potenciales indicadores del conflicto entre la resiliencia de la naturaleza y el desmadre consumista.

La emergencia sanitaria con caracteres de pandemia generada por el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19 a la que ha dado lugar, merece que se destaque de nuevo el concepto de resiliencia: “la capacidad de adaptación y reacción de un ser vivo, integrante de la naturaleza frente a un agente perturbador o un estado o situación adversa” (DRAE, primera acepción). Este texto se elabora para reconocer a grupos de profesionales que en virtud de dicha capacidad están realizando una tarea extraordinaria a lo largo de este crítico proceso.

Me refiero en este punto de la reflexión analítica a los científicos, que operando en el ámbito de las ciencias biomédicas y la prestación sanitaria, persiguen bien la producción de conocimientos básicos, bien la aplicación e innovación sobre los mismos con el fin de que las ciencias y tecnologías biomédicas proporcionen soporte para mantener y mejorar la salud, el bien más preciado en todas las encuestas sobre percepción para los humanos. En un proceso de crisis como ofrece ahora el nuevo coronavirus es lógico que los procesos de comunicación sean muy importantes, por lo que me gustaría incluir en este elogio asimismo a los comunicadores que ejercitan su tarea con elevadas dosis de los valores con los que acompaño el concepto de “interéticas”, acuñado en el curso de la docencia que sobre “Emprendimiento social , ética y valores en la ingeniería” se viene impartiendo en la Escuela Técnica Superior de Minas y Energía (ETSIME) de la Universidad Politécnica de Madrid. Tales valores son esencialmente tres, responsabilidad/compromiso, empatía y visión de la justicia social.

En este grupo selecto de comunicadores se sitúan los autores de dos artículos que voy a glosar: el primero de ellos, del que ya se ha hecho difusión en su versión original por parte de la AEAC desde las redes sociales, es un editorial aparecido en el periódico de renombre internacional The New York Times el 4 de marzo de 2020 con el título “Coronavirus is What You Get When You Ignore Science” (El coronavirus es lo que cosechas cuando ignoras la ciencia).

Recemos por la ciencia

Es lo que propone el autor del mismo, Farhad Manjoo, un periodista estadounidense nacido en Sudáfrica, que en el inicio de la cuarentena se muestra como un profesional brillante, valiente, con experiencia en las coordenadas y dimensiones que rodean y articulan la práctica de la ciencia y sus metodologías. Según la biografía que recoge el buscador Google en wikipedia, empezó a trabajar en Slate Digital, de ahí pasó a The Wall Street Jornal y ahora escribe artículos de opinión en cuestiones relacionadas con la tecnología, los asuntos globales y la cultura.

Cabe suponer que el artículo que ahora glosamos surge de una posición crítica sobre la gestión de la crisis del coronavirus bajo una perspectiva internacional que se centra en los Estados Unidos y China. Particularmente ácida es su visión de cómo la está gestionando la administración Trump, particularmente resuena que haya encargado el tema a su vicepresidente, Mike Pence. Las criticas fundamentales se centran en lo que se hace y sobre todo en la desinformación que se traduce en el ocultamiento de la ciencia y en el odioso desmantelamiento de la financiación que, en dicha administración, según refleja el autor, se va orientando hacia la violencia, es decir a los incrementos en el presupuesto de defensa. A quien escribe estas líneas no le sorprende puesto que, a pesar de la escasa información que hay sobre la política científica de este presidente – la política científica estadounidense descansa en la propia presidencia desde Vannevar Bush y su Informe histórico “Ciencia: La frontera sin límites “en el año 1945 -, lo que se ha podido recabar en fuentes como Nature y The Scientist es una pesadilla (http://espacio-publico.com/el-trumpismo-la-nueva-barbarie).

En el caso de la gestión del problema del COVID-19, Manjoo subraya la incapacidad de Trump y de su gobierno encabezado para este asunto como se ha dicho por el vicepresidente, quien ha reconocido las muchas dificultades que circundan su papel, incluso con déficits para el diagnóstico y ha puesto el gobierno a rezar.

Conocedor del valor de los científicos y de su impulso por intentar encontrar soluciones a los problemas que se plantean en los desastres sanitarios, de la trayectoria de los médicos en estas cuestiones, y de la consecuencia positiva de contar con el rigor de la investigación científica y de las vacunas, Farhard Manjoo reconoce que ante los errores políticos tanto de la deriva estadounidense como del sistema autoritario que preside la acción política china, solo quedan los científicos y pide rezar por ellos.

Como apunta en su texto, esta petición puede sorprender: “Puede sonar paradójico implorar la sanción divina para la promoción de la ciencia”, pero ello se debería a los inciertos tiempos que experimentan la ciencia y los científicos en la búsqueda de la verdad por contextual y coyuntural que sea esta situación.

Animo a la lectura del editorial en su versión original como la ha difundido la AEAC por redes sociales; es un magnifico ejercicio de estilo periodístico en inglés, cuya apuesta por la síntesis y el pragmatismo ofrece mucha riqueza semántica.

Identificar al culpable

La detección del coronavirus es la primera línea de acción en la que se han producido avances significativos para detener la epidemia gracias a la biología molecular. Hay un interesante artículo sobre esta cuestión en la revista/periódico online, The Scientist, publicado el 3 de marzo de 2020 con el título “How SARS-CoV-2 Tests Work and What´s Next in COVID-19” (Cómo funcionan los diagnósticos del SARS-CoV-2 y cuál es el futuro para la epidemia de COVID-19).

Crisis de/en la naturaleza

El articulo presenta el habitual formato de reportaje de la revista con la mezcla de análisis y opiniones de la autora, Blanca Nogrady – una escritora free-lance sobre ciencia (free-lance science writer) con residencia en Australia – con las contribuciones de diferentes fuentes expertas consultadas. Estimo que el problema se puede calificar de “crisis de/en la naturaleza” en cuanto conflicto entre distintos actores y entornos con sus respectivas resiliencias.

Para avanzar en la corrección de la crisis iniciada en China a finales de 2019, Europa tomó la delantera en la carrera por la detección del agente patógeno con la secuenciación del genoma de SARS-CoV-2 en enero de 2020 por un grupo de investigadores liderado por científicos alemanes con un protocolo de diagnóstico, kit basado en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, del inglés): el ensayo detecta la presencia de dos genes, uno de la envoltura del virus y otro que codifica para el enzima “ARN polimerasa dependiente de ARN”.

El ensayo ha sido adoptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya validez se refrenda por testimonios variados recogidos en el artículo, procedentes de varios países (Inglaterra, Australia), recurriendo a la complementariedad de otras técnicas como secuenciación del genoma y la microscopía electrónica en lo que concierne a la confirmación de los positivos, sin que se pueda afirmar lo mismo respecto a los falsos negativos.

Peculiaridades de los Estados Unidos

Hay otros países, como los Estados Unidos, que no han adoptado el sistema diagnóstico recomendado por la OMS. En el caso estadounidense, los Centros de Prevención y Control de las Enfermedades (CDC, de sus siglas en inglés) decidieron desarrollar su propio kit que, sin alejarse mucho del otro, buscara tres secuencias presentes en el gen N-en vez del gen E del ensayo europeo/OMS: el de la fosfoproteína de la nucleocápsida y de los primers (cebadores) del enzima ARN polimerasa dependiente de ARN. A pesar de los esfuerzos de la autora no ha conseguido aclaraciones de sus fuentes acerca del porqué de esta decisión de los CDC (quizás autosuficiencia y narcisismo se me ocurre sugerir).

Otro problema surgido en los Estados Unidos fue la decisión primera de la administración de que los ensayos se realizaran únicamente por los CDC. Pronto, a la vista de la expansión de COVID-19 en un estado federal de más de 325 millones de habitantes, se constató la ineficiencia de la decisión y se comenzó a repartir el kit diagnóstico en laboratorios estatales de salud pública. Ello produjo una nueva quiebra cuando se comprobó que al menos uno de los lotes presentaba fallos (era faulty).

Este comportamiento balbuceante de la administración Trump se denuncia en el artículo de Farhad Manjoo en un párrafo, conciso pero brillante estilísticamente; hay por qué no decirlo hasta sarcasmo reflexivo.

El futuro de los diagnósticos

En este apartado hay una noticia positiva puesto que en él se describen, en aras de un mercado socialmente responsable, valiosas iniciativas empresariales orientadas a la elaboración de kits diagnósticos como respuesta a las crecientes demandas de la epidemia COVID-19, es decir tenemos a un virus, el SARS-CoV-2, como promotor de la innovación disruptiva. Tecnologías de vanguardia como CRISPR están en la base de desarrollos que persiguen mejorar el diagnóstico de la enfermedad en términos de sensibilidad y velocidad; por mencionar un interesante caso de cooperación internacional hay una empresa anglo-francesa de biotecnología que está en vías de lanzar un kit de diagnóstico PCR en tiempo real para identificar el coronavirus de COVID-19 que dará resultados en dos horas.

Asimismo, se están planteando estrategias para identificar anticuerpos en sangre frente al coronavirus de COVID-19, una vía que puede ser decisiva para monitorear las dimensiones de la expansión de la epidemia. Otras aproximaciones relacionadas con el uso de anticuerpos pueden ser útiles para detectar falsos negativos, para mostrar conexiones entre focos distintos de infección o en pacientes asintomáticos en el momento en que se les ha aplicado la prueba de los anticuerpos.

¡En suma, el mercado en búsqueda de más precisión y mayor rapidez, y no tanto en persecución del beneficio económico y el crecimiento continuo!

Resonancias finales

– Reafirmo que estamos en una crisis del ámbito natural con choques entre resiliencias de diferentes elementos y agentes que forman parte del espacio natural.

– Esta crisis apunta hacia unos impactos muy importantes en esta sociedad de gran complejidad que además tienen una tasa de recambio muy alta, es decir cambian de día en día. Aunque abusemos de la autocita y por lo tanto tenga que excusarme, ya se apuntaban algunos de dichos impactos en el artículo referido al principio de este texto.

– Avanzo los potenciales efectos evolutivos de una epidemia como ésta en momentos como los actuales sobre la base del concepto de “entorno de sociabilidad“ (por influencia en los procesos evolutivos en tiempos actuales) o “entorno para la sociabilidad” (por su repercusión en la evolución histórica), los dos asociados al acrónimo NACE ( naturaleza-cultura-ética) (https://aeac.science/el-reto-de-reflexionar/, tercer video).

– Este proceso critico – al que hoy (8 de marzo de 2020) se califica en un titular de un periódico de alcance nacional de “El virus que bloquea el mundo” – puede ser un buen indicador para identificar profesiones que, en función de valores que se han demostrado esenciales para la evolución como la cooperación y el altruismo (responsabilidad, generosidad, empatía, justicia social), se clasificarían binariamente en héroes o villanos.

– Finalmente, ese tsunami de repercusión multifactorial permite cuestionar una vez más el neocapitalismo especulativo y a su indicador de campaña, el PIB, para apuntar la necesidad de un cambio hacia un capitalismo social. Para este sugiero un indicador, un índice sobre el que está trabajando la Fundacion Bertelsmann, cuya cuarta edición fue presentada en Madrid el 27 de febrero de 2020 : “Social Justice in the EU and OECD: Index Report 2019” (www.sgi-network.org).

– Una crisis de este tipo no se puede afrontar fuera del multilateralismo y requiere aplicar una gobernanza mundial (esta última idea la expresó también el catedrático Fernando Vallespín en una tertulia del programa matutino de la SER en la primera semana del mes de marzo de 2020). Contar con convergencias evolutivas intelectuales sobre cuestiones de calado es altamente positivo.

Autor:

Emilio Muñoz es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.

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