Política científica y los premios del Comité Nobel de 2021

Emilio Muñoz reflexiona sobre diversos aspectos que ponen en riesgo la ciencia y la generación de conocimiento científico, relacionándolo con el abandono de la política científica frente a la practicidad y mercantilización de la misma y que en contraste parece haber sido tenida en cuenta en las designaciones de los Premios Nobel en este 2021 donde se han reconocido trabajos de importancia para entender nuestra relación con el entorno cercano y el cambio climático.

Por Emilio Muñoz

Apuntes de hoy sobre política científica

Llevo tiempo reclamando la recuperación del concepto de política científica para sobreponerlo al instrumental de I+D+i (I), contribución española propuesta en tiempos de la alianza entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología con Gonzalo León en la Secretaria General de Política científica (2002-2004) y COTEC con Juan Mulet como director general de dicha organización [1].

En la segunda semana de octubre de 2021, Alfonso González Hermoso de Mendoza quien desde el derecho administrativo se interesó y promovió dicha política, siguiendo según me confesó hace años la estela del expresidente del CSIC Alejando Nieto, ha publicado un interesante y valioso artículo en el que hace un ejercicio analítico y bajo perspectiva histórica sobre la situación de la política científica en nuestro país como marco al estudio de la fórmula IMDEA para los nuevos centros de investigación de la Comunidad de Madrid , a la que el autor contribuyó decisivamente como subdirector general de Investigación de dicha administración, puesto al que se incorporó en 1995. A pesar de los esfuerzos realizados por y durante administraciones de la misma orientación política, la conclusión del autor no deja de mostrar preocupaciones por el futuro de la iniciativa por una conjunción de problemas.

 

La ciencia y los conocimientos científicos en riesgo

Tomo este caso para ilustrar una vez más las quiebras que han provocado en los sistemas científico técnicos las doctrinas y prácticas de la economía neoliberal, más interesadas por la practicidad de la ciencia que por la promoción del conocimiento que responde a preguntas. Estas tendencias también han llegado a la política científica europea lo que facilita consecuentemente su inducción en los países miembros. Este contexto ha favorecido que la difusión de los conocimientos científicos esté en riesgo por al menos tres problemas de calado.

El creciente poder de los revisores (Pares) de los artículos científicos y técnicos que se someten a publicación en revistas reconocidas en el ámbito internacional que es donde se cultiva la ciencia. Este proceso es fruto de la desaparición de los grandes editores científicos al frente de las grandes revistas como ejemplifican Nature y Science las cuales han optado por la burocratización de la gestión de publicación científica poniendo al frente a secretarios editoriales -personas con experiencia en el campo de la investigación pero que no han seguido por esa dura carrera– y que actúan como mensajeros entre los revisores elegidos por ellos y los autores que quizá han podido modular esa elección proponiendo algunos y vetando a otros.

La adopción de la impactolatría [2], obsesiva inclinación a valorar a la comunidad científica por el “índice de impacto” de las revistas donde publican y no tanto por la calidad, oportunidad en interés de los trabajos realizados por las y los científicos. Un subproducto de esta estrategia ha sido la distribución de las revistas en cuartiles, siendo el primer cuartil el oscuro objeto de los gestores de la ciencia y con ello de la pugna de los investigadores por publicar en ese dichoso edén ya que se ven juzgados por ese criterio para la obtención competitiva de proyectos. nacionales y europeos, y para la promoción de sus carreras profesionales en el sector público: universidades y organismos públicos de investigación.

La feroz intervención de las grandes empresas editoriales en lo que se podría llamar el “mercado de la ciencia”, convirtiendo a las empresas editoriales más modestas en aspirantes al modelo.

 

El Comité Nobel y las decisiones de 2021

Habitualmente los Premios Nobel premian acertadamente investigaciones de calidad alta, excelentes, y con peso sustentados en el reconocimiento de la comunidad internacional durante años pero es interesante subrayar que para ello se ha apoyado también en ciertas ocasiones en criterios de política científica.

El caso de 2021 es paradigmático a este respecto y digno de mención en tiempos tan críticos e inciertos como los presentes.

El cambio climático y la ciencia del clima tenían dificultades para ser reconocidas con el premio Nobel ya que estaban ausentes de la agenda de la producción de los conocimientos en tiempos de Alfred Nobel, no existían como ámbitos o áreas disciplinares cuando vivía el exitoso y arrepentido inventor sueco. El año 2021 era un año para reconocerlos sin duda ante la fuerza y evidencia del fenómeno y la opción elegida para ello ha sido valiente, cuasi revolucionaria y en mi modesta opinión un acierto: reconocer con el premio Nobel de Física a los que han trabajado en modelos sobre el cambio climático y en general sobre fenómenos complejos: dos de ellos, Hansselmann y Manabe, han sentado las bases del conocimiento sobre cómo influye la humanidad en el clima del planeta Tierra, mientras que Parisi ha contribuido al conocimiento de los materiales desordenados y los procesos aleatorios, casi una radiografía simbólica de la vida en nuestra sociedad actual.

Los premios de Fisiología y Medicina han seguido la senda de reconocer los receptores, focalizados este año en aquellos que nos ponen en relación con el mundo exterior material, el entorno. Son receptores de percepciones y sensaciones que nos explican cómo palpamos (tacto) y qué temperatura nos rodea descubiertos por David Julius, mientras que el armenio afincado en La Jolla, California, Ardem Patapoutian ha descubierto, a partir de células sensibles, los receptores que nos permiten apreciar la presión mecánica y el dolor. Todo un arsenal de elementos biológicos para interactuar con nuestro ambiente y por lo tanto para tomar decisiones en relación con la pandemia ambiental.

El premio Nobel de Química de 2021 ha reconocido una revolución en el campo de la catálisis, construir sobre pequeñas moléculas orgánicas, que han desarrollado de modo independiente Benjamin List en Alemania y David Mac Millan en Estados Unidos. Existían dos tipos de catalizadores en la industria química, los metales y las enzimas. Este nuevo tipo disuelve el problema de la asimetría en la producción de compuestos orgánicos y da lugar a procesos amigables con el medio ambiente, baratos y eficientes.

De particular importancia para revelar las sensibilidades sociales y políticas de la ciencia económica de un contexto determinado son los premios otorgados por el Comité Nobel para premiar a los cultivadores de dicha ciencia social. Este año se han premiado trabajos que se apartan de lo que durante décadas de finales del siglo pasado y primera del actual se ha considerado la corriente principal de la macroeconomía y microeconomía dentro de la economía científica neoliberal. Un canadiense David Card ha mostrado que el incremento del salario mínimo no influye negativamente en la creación de empleo, un misil a la ortodoxia que defiende dicha línea, mientras que los otros dos Joshua Angrist y Guido Imbens han ahondado en la revolución que ha transitado de los modelos teóricos al empirismo de los experimentos naturales que es la metodología de estos autores galardonados.

Un año en que se reconocen los modelos aplicados a complejos procesos naturales a la par que simbólicamente se cuestionan los predominios de los modelos basados en emociones y decisiones inspiradas en los mercados es una llamada de atención a los responsables de las políticas y un heraldo para anunciar por donde debe ir la recuperación económica postpandemia.

 

La elusión fiscal como emergencia ambiental: la injusticia fiscal en los Estados Unidos

Por último, una breve referencia a como aparecen los refugios fiscales en Estados Unidos tras la expansión recaudatoria de las políticas de los demócratas, consagradas con éxito en tiempos de Roosevelt. En las páginas 78 y 79 del libro de Emmanuel Sáez y Gabriel Zucman, EL triunfo de la injusticia. Cómo los ricos eluden impuestos y cómo hacerles pagar, se cuenta como el fin de la estrategia de Roosevelt cuando “El Gobierno era la solución” y la llegada de Reagan cuando en su discurso de investidura en 1981 declaró “El Gobierno no es la solución de nuestros problemas; el Gobierno es el problema” trajo lo que los autores llaman el “frenesí de la elusión fiscal”.

Unas citas del libro antedicho muestran la enormidad del problema: “Una red de empresarios, promotores y asesores financieros irrumpió en el mercado… La magia de la economía de mercado operaba en pleno apogeo; la competencia provocaba la bajada de los precios de esas tretas fiscales. Como cualquier producto en una economía de mercado, su invención enriquecía tanto a productores como a consumidores. (Todos los agentes) se embolsaban las comisiones: los evasores de impuestos redondeaban sus balances. Se originaba así un gran excedente (término del léxico economicista). Con una particularidad, la de que todo ese excedente se generaba a expensas del resto de la sociedad”.

De este modo empezaron los cuarenta años de una globalización que deben evaluarse sin apriorismo y bajo el marco de una ética consecuencialista basada en valores como la responsabilidad, la solidaridad, la empatía y la justicia social.

 

Autor

Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía (IFS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y Presidente de su Consejo Consultivo.

Notas al pie

[1] El trinomio resultó de incorporar la innovación al binomio I+D, resultante de la versión al castellano del instrumento estadístico R&D (Research and Development) puesto en marcha y desarrollado por la National Science Foundation (NSF) estadounidense.

[2] Término introducido en la década de 1990 por Jordi Camí, uno de los referentes de la bibliometría en España (https://www.nuevatribuna.es/media/nuevatribuna/editmaker/pdf/jordicami.pdf).

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