Sobre COVID-19-Por la senda de la reflexión. Conversación con Emilio Muñoz
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Hoy os dejamos con unas reflexiones conjuntas de Jesús Rey, socio fundacional de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y Emilio Muñoz, socio promotor y miembro del Consejo Consultivo de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC). Esta vez en forma de dialogo en la distancia, convertido en una entrevista donde en torno al COVID-19 aparecen conceptos como evolución, inmunidad colectiva, globalización, crisis y por supuesto Ciencia.
Sobre COVID-19-Por la senda de la reflexión. Conversación con Emilio Muñoz
Por Jesús Rey.
Es tiempo de confinamiento. La cantidad, novedad y
relevancia de las circunstancias que se están produciendo en torno a la
epidemia COVID-19, en ese mundo exterior para quienes lo observamos desde el
recogimiento domiciliario, invitan más que nunca a la reflexión individual;
pero también, y gracias a las tecnologías de la comunicación, a proseguir el
diálogo y la conversación. A enriquecer la reflexión con el intercambio. Prácticamente
a diario tengo la oportunidad de conversar con Emilio Muñoz, continuando
nuestro enriquecedor intercambio intelectual fruto de nuestro encuentro hace ya
algunos años en el Instituto de Filosofía del CSIC, el cual se ha materializado
en algunos artículos durante este período. Las actuales circunstancias
proporcionan también una oportunidad para innovar. En esta ocasión, hemos
decidido utilizar el formato de entrevista para recoger las reflexiones de
Emilio Muñoz en torno a este momento extraordinario producido por la
proliferación global del virus SARS-CoV-2, resultante de su profunda capacidad
analítica y de su amplio conocimiento y experiencia profesional en el ámbito de
la ciencia y del análisis de las relaciones entre ciencia y sociedad desde el
ámbito de la filosofía.
Evolución y pandemia COVID-19
Emilio, tus reflexiones en el ámbito de la política científica, la filosofía de la ciencia y las relaciones entre ciencia y sociedad, están hondamente basadas en tu conocimiento de la biología, con la evolución como elemento fundamental. ¿Cómo se observa la pandemia COVID-19 desde esta atalaya de la ciencia y la evolución?
En estos días estoy manteniendo conversaciones telemáticas a diario con colegas de profesión y también, por supuesto, con familiares. Durante el pasado fin de semana, con mis hijos Ana y Víctor he ido colectando información valiosa porque por normal reacción, son científicos en diferentes disciplinas, aunque convergentes para la pandemia que socava al mundo, y nunca aceptan mis tesis sociopolíticas y económicas de forma incondicional.
Ana, como creo que sabes, es un entusiasta defensora del trabajo intelectual de Antonio Damasio y de sus tesis sobre el papel de lo cognitivo en el desarrollo de la humanidad. Comparto la admiración por Damasio aunque sea por vía interpuesta ya que no lo he leído, sino que lo conozco a través de mis diálogos con ella y de algunos de sus escritos que encuentran apoyo teórico en los trabajos del multidisciplinar neurocientífico portugués. En nuestra última conversación me ha dicho algo así como “Damasio, que ha sostenido que las emociones son parte importante de las decisiones que se toman lentamente en el curso de la vida de los humanos, creo que ha quedado superado por esta crisis sanitaria de COVID-19. La evolución está funcionando demasiado lentamente como para responder a los desafíos que ofrece la pandemia de COVID-19. Las emociones que priman ya no sirven y hace falta reactivar el dormido cerebro reflexivo”.
Añado a título personal la siguiente reflexión: “Por un lado, yo diría, que quedan superados los generadores de opinión que ignoran o incluso los científicos que no militan en la visión realmente darwinista y moderna de la teoría de la evolución. Estimo que Damasio es un científico fiel seguidor de esta visión de la evolución, pero aun así se ve desbordado porque hay una presión evolutiva que deriva del conflicto entre naturaleza y la sociedad moderna, globalizada, ansiosa, consumista de forma impulsiva, con un muy limitado acervo de valores éticos. Esta presión evolutiva es tan fuerte que no hay acomodo posible con mecanismos que tengan que ver con el complejo concepto de selección natural”.
Seguridad confluyente entre ingeniería y biología
Otro elemento central de tus reflexiones, casi obsesivo diría yo en el buen sentido, es la interdisciplinariedad. En tus trabajos está siempre presente: las referencias a distintas disciplinas (biología, filosofía, economía, ingeniería, ética…) y el análisis desde la interconexión entre ellas, son constantes. ¿Qué opinas de la importancia del concepto de seguridad en esta crisis?.
Utilicé el concepto de seguridad biológica en todo el conflictivo proceso en el que desde la década de 1980 se debatió acerca de la biotecnología y la agricultura y los alimentos derivados de la ingeniería genética.
En conversación telemática con mi hijo Víctor, en la que la pandemia ocupó casi una hora, introdujo una reflexión valiosa acerca de lo que es esta crisis sanitaria. Víctor es un biofísico que ha alcanzado reconocimiento internacional en el campo del plegamiento de proteínas y que actualmente es Profesor de Bioingeniería de la Universidad de California en Merced donde dirige el NSF-CREST Center for Cellular and Biomolecular Machines: la conexión con la ingeniería le permitió comparar las máquinas y estructuras que son objeto de la ingeniería y las máquinas biológicas. Sostuvo que ambos sistemas funcionan con productos que operan por razones de seguridad al 30-35% de su potencial de proyecto, sea humano o resultado de la selección natural (hay un margen de seguridad del 65-70%).
Planteo una reflexión personal que el propio Víctor avanzó para aplicarla a la tensión resultante de una enfermedad como COVID-19. “Cuándo se superan esos márgenes de seguridad, se producen averías o catástrofes que en el caso de la biología pueden ser consecuencia de factores externos, ambientales, como la contaminación del aire, del agua; o agentes patógenos, como las bacterias, los virus, los hongos; elementos tóxicos, como los venenos; o incluso causas internas como los desarreglos celulares o metabólicos, como el cáncer, la diabetes, las enfermedades autoinmunes”.
El desarrollo reflejado en un crecimiento económico extralimitado impulsado en las últimas décadas por la globalización, la desregulación de la economía especulativa, la carencia de estrategias de corte social, ha devenido en el caos ambiental en el que nos colocan el cambio climático en el terreno de la naturaleza, y la desigualdad en los ámbitos de la cultura y de la ética.
En el caso del virus SARS-CoV-2 su enorme potencial de contagio y expansión, y su éxito evolutivo según prueban algunos recientes trabajos científicos, han pillado a los sistemas de salud con déficits en los límites de seguridad para casos extremos: recortes a partir de las políticas economicistas que han creído orgullosamente que habían superado la crisis financiera de 2007-2008. Tal arrogancia por el dogmatismo de la austeridad no ha sido barrera para el virus en países culturalmente tan bien organizados como Alemania o Países Bajos o en países tan ricos en las finanzas y orgullosos de sus monedas propias como los Estados Unidos y el Reino Unido. Los cuatro han sufrido el predominio del dinero como valor; los dos primeros confiaban en su magnífica gestión del dinero y los dos segundos en la capacidad monetaria y en su potencial productivo. COVID-19 ha probado su imprevisión y su desorganización social a través de la salud como bien público.
Inmunidad de rebaño o de grupo frente a inmunidad colectiva
Hay un aspecto relacionado con la respuesta frente a la pandemia que, al menos en un principio, generó debate e incertidumbre en algunos ámbitos y países. Se trata de la llamada ‘inmunidad de rebaño’, por la que algunos países apostaron en un primer momento como estrategia aparentemente contrapuesta a las medidas de contención a través del confinamiento. Creo que hoy en día todavía no tenemos muy claro en qué consiste la inmunidad de rebaño.
La reacción ante la pandemia que han adoptado en principio países como Reino Unido, Países Bajos, Estados Unidos y que aún mantiene Suecia se basa en este concepto que también se ha completado en medios más científicos con el de inmunidad colectiva. Como no soy experto en epidemiologia, aunque siempre me haya interesado el campo de la salud pública, he decidido indagar por qué los medios de comunicación convencionales han decidido contraponer este método con el de confinamiento o contención para hablar de controversia o cacofonía científica ya mencionada en un artículo reciente. En los medios nadie ha procurado enterarse de qué es ese concepto.
En principio asumí que se trataba de una estrategia que se puso en práctica en un proyecto europeo que glosé en su momento porque España no se sumó a él. Se preconizaba que los niños de países desarrollados que viven en grandes urbes pasaran vivencias en el campo para interactuar con patógenos que están en la naturaleza conviviendo con animales de granja y plantas, para que adquirieran “inmunidad mediada por la naturaleza”.
Estaba equivocado, la inmunidad de rebaño o de grupos según definición adaptada por mi ”es la inmunidad de una parte de la población a la que se vacuna para así proteger al resto frente a un agente epidémico al que se conoce puesto que ya existe vacuna”. Es una estrategia que tiene una cierta similitud con las campañas anuales contra la gripe. Esto es lo que se ha dicho que era la opción de Reino Unido, Países Bajos, Estados Unidos y Suecia. Pero mi indagación me ha hecho ver que hay un concepto relacionado que es el de ‘inmunidad’ colectiva, más arriesgado puesto que persigue que la población adquiera inmunidad no solo con vacunación de una parte, sino también permitiendo que el patógeno, por cierto: conocido, se expanda y se adquiera inmunidad por azar y necesidad. Esta forma de inmunizar está muy próxima a la idea equivocada del darwinismo salvaje de la supervivencia de los más fuertes que difundieron Spencer, Tennyson o Von Hayek, pero nunca Darwin que defendió siempre, hasta el fin de sus días, la evolución basada en la interacción entre los seres vivos y el ambiente con la consiguiente respuesta adaptativa.
Cuándo he aprendido esto me he escalofriado ante las ideas de los líderes de los países mencionados: han pretendido aplicar la inmunidad colectiva ante una pandemia generada por un VIRUS NUEVO. Es decir, han decidido a enviar a su población a una cámara de gas o a un ejercicio de eutanasia política. Algunos han dado marcha atrás; Suecia sigue con su orgullo de ser el país que más destina a gasto sanitario per cápita y que además no cifra su desarrollo en el turismo sino en la innovación y en el diseño.
Entretanto la ciencia, la investigación médica y biomédica, están haciendo esfuerzos para poner los conocimientos, los valores de la responsabilidad profesional y social, de la cooperación y de la unidad, en el objetivo de salvar vidas y de aumentar la seguridad de las mayorías.
Si me permites Jesús quiero terminar con un agradecimiento doble: A ti por haber planteado este formato y a Víctor Ladero, magnifico gestor de la web de la AEAC, por haber aceptado la propuesta con entusiasmo. Y al final una invocación, parafraseando a un expresidente de los Estados Unidos: ¡Es la naturaleza, estúpidos!
Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.
Por Jesús Rey. Investigador del CSIC y socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC)
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