Y todavía más… (método) y periodismo científico
Emilio Muñoz
Socio promotor de la AEAC
Esta línea de pensamiento analítico no pretende recoger en los archivos digitales de la AEAC artículos que coincidan taxonómicamente con lo que se ha identificado como periodismo científico y que como Wikipedia delinea muy bien “Es un periodismo especializado centrado en contenidos científicos y tecnológicos… y cuyo objetivo no es la divulgación científica”, Aquí un recuerdo al admirado maestro Manuel Calvo Hernando.
Hay otras secciones de esta plataforma que se hacen continuo eco y debaten sobre estas actividades. De lo que esta modesta pluma trata es de percibir artículos periodísticos que muestren señales de acercar sus contenidos, las temáticas, y la forma de tratarlos, sus metodologías, a los objetivos de la AEAC. Ya me arriesgué por este camino al glosar el 5 de noviembre de 2018 el artículo de José Maria Izquierdo en el País del 26 de octubre (https://aeac.science/periodismo-y-metodo-cientifico/).
Ahora mi atención se ha centrado en el artículo de Andrés Ortega que bajo el rótulo “Transformaciones” y con el título “La plaza, el Muro y la Red” se ha publicado en El País del domingo 20 de enero de 2019, Suplemento Ideas, página 9 (https://elpais.com/elpais/2019/01/18/opinion/1547815123_001055.html ).
El encuentro no ha sido casual sino atinente a la serendipia que circula por la práctica científica. Mi encuentro con Andrés Ortega Klein ha tenido que ver con una conferencia pronunciada por mí el día 10 de enero en Madrid, en Caixa Fórum con motivo del inicio de un “ Ciclo sobre Transhumanismo” , que organizan el Capitulo Español del Club de Roma y la Fundación La Caixa bajo la coordinación y dirección de Francesc Torralba, Catedrático de Ética de la Universidad Ramón Llull . Tal Ciclo es la versión actualizada y adaptada al entorno de Madrid de una previa, que con los mismos apoyos institucionales e idéntica dirección científica, trascurrió en Barcelona desde octubre de 2017 hasta mayo de 2018 y en el que tuve asimismo el honor de dictar la conferencia inaugural. Un libro recogiendo los contenidos de dicho ciclo se prevé que saldrá a la luz próximamente.
A dicha conferencia asistió Andrés Ortega a quien no conocía personalmente pero si por trabajos previos, con importantes contribuciones al periodismo en España , sobre todo en la esfera de las relaciones internacionales y sus políticas y últimamente en relación con la robotización ( La imparable marcha de los robots , Alianza Editorial, 2016); es también comisario de la exposición “ Nosotros Robots” que tiene lugar en el Espacio Telefónica de Madrid. Andrés Ortega es además Director del Observatorio de las Ideas e Investigador Senior Asociado del Instituto Elcano.
El artículo que ha llamado nuestra atención es claramente interdisciplinar puesto que evoca eventos históricos y los combina con el análisis de la situación actual y la invocación a reflexiones prospectivas. Los acontecimientos a los que hace referencia el título son tres, ocurrieron en 1989 y han marcado la vida durante los últimos treinta años para bien y para mal.
Uno, concierne a la matanza de los estudiantes chinos en la plaza de Tiananmen , la gran plaza de Pekín, que acabó con” la revuelta de los estudiantes y otros que reclamaban una sociedad más abierta “ . El segundo se refiere a la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 ; sobre ello, Ortega señala sabiamente que “ … si entonces cayó el muro más simbólico… después se levantaron los muros de la globalización para no dejar entrar a refugiados e inmigrantes , por no hablar del de Israel , muros que siguen erigiéndose en nuestros días”. Ese mismo año fue “también el del impulso del Internet público”. El artículo de Ortega con agudeza y precisión relata el impresionante desarrollo de la Red y la explosión de información, de hipercomunicación y de libertad”.
A quienes nos interesan la ciencia y la tecnología y sus relaciones con la sociedad, una de las grandes preocupaciones y a la vez aliciente, de la AEAC, nos sentimos muy abrumados por las consecuencias del gran valor que promovió Internet y su agenda digital y situación sobre la que Ortega precisa atinadamente : “ Hoy 30 años después la hiperconectividad, la globalización y la democracia están siendo cuestionadas, en un entorno de guerras frías de nuevo cuño”.
Son cuestiones absolutamente trascendentales que deben estar en el centro de nuestra atención (¿de nuestra conciencia?). Porque desde la AEAC hemos reconocido con alborozo que la Ciencia es un derecho reconocido por la ONU: dentro de esta línea de reflexión me parece pertinente recordar que la catedrática de Ética y Filosofía Política ,Adela Cortina, escribía en un artículo de Opinión de El País ( 7 de diciembre de 2018 ,página 11) titulado “ Ética digital” la siguiente reflexión, “ Los derechos humanos se han guiado por la brújula de valores como la libertad, la igualdad y la solidaridad, mientras que el mundo ´online´ reclama principios comunes en materia de justicia”. Quizá apostillaría que la filósofa valenciana reclama principios de justicia universal para regular la agenda digital, algo que emerge como un reto no sencillo. Apunta asimismo que “los progresos de la digitalización han de estar al servicio de todos y de la sostenibilidad del planeta”.
Mientras escribo este texto, tengo en marcha la lectura del libro de Yuval Noah Harari ” 21 lecciones para el siglo XXI” ( Debate,2018). Ya he sobrepasado la primera parte que afronta el problema de “El desafío tecnológico “sobre el que desarrolla cuatro lecciones bajo los siguientes conceptos: decepción, trabajo, libertad, igualdad. Este último se desarrolla con una narración demoledora. Desde el principio está claro que para Harari los grandes retos que enmarcan el desafío tecnológico son dos revoluciones: la de la biotecnología y la infotecnología (la inteligencia artificial y la exploración de datos); al final del tratamiento reflexivo sobre la igualdad se pregunta “¿Quizá los mismísimos científicos y emprendedores que fueron los primeros en trastocar el mundo serán capaces de diseñar alguna solución tecnológica?
Termino con gotas de duda, y con palabras tomadas prestadas a Harari que se abren a otro reto: quizá los ciudadanos de todo el mundo estén perdiendo la fe en el relato liberal que hace solo una década parecía convincente.

